María Virginia Rago es veterinaria y especialista en conservación de la biodiversidad, egresada de la Universidad de Buenos Aires. Desde hace más de 20 años se dedica a estudiar las enfermedades en animales silvestres, tanto nativos como exóticos desde el enfoque de “una salud”, que involucra tanto la salud humana, la animal y la del ecosistema.
Destacando el criterio integral de las ciencia veterinarias, Virginia explica que “el enfoque de ‘una salud’ es un concepto conocido desde hace muchos años que cobró mayor relevancia después de la pandemia del Covid, cuando más contundentemente se comprobó que la salud del ecosistema, los animales silvestres, los domésticos y los humanos están íntimamente relacionadas”.
“Se sabe que aproximadamente el 60% de las enfermedades infecciosas son zoonosis. Esto significa que son transmitidas de los animales a las personas; y los ambientes degradados generan nuevas relaciones entre los patógenos, los animales silvestres, domésticos y las personas que pueden desencadenar lo que ya vivimos con la pandemia. Otras veces, sin llegar tan lejos, este tipo de patógenos pueden representar desafíos locales y regionales para la salud y economía”, explica la investigadora, que trabaja desde 2015 en el Conicet y en el Centro de Ecología Aplicada de Neuquén (CEAN), en Junín de los Andes.
Rago ha sido invitada a participar en el Congreso de la Wildlife Disease Association que se llevará a cabo en Belo Horizonte, Brasil, en septiembre próximo, para disertar acerca de su experiencia en la Patagonia Argentina. Esa entidad fue fundada en 1952, y se dedica a promover soluciones para la salud de la fauna salvaje, la conservación de la biodiversidad, la sostenibilidad medioambiental y trabajar por una sola Salud.
Uno de los proyectos en los que participa actualmente es el estudio de las enfermedades en animales exóticos en la provincia de Neuquén. El equipo es liderado por Laura Guichón, otra experta de Conicet. “Investigamos distintos patógenos para poder dar recomendaciones y alertas sanitarias en campos ganaderos, en Parques Nacionales, reservas urbanas y en zonas cercanas”, indica la profesional.
“Nuestro primer canal de comunicación son los informes que entregamos periódicamente a los establecimientos, para luego presentarlos en talleres locales donde convocamos a la comunidad general para mostrar nuestro trabajo y finalmente se presentan los estudios científicos a revistas o congresos para ser evaluados por pares”.
También relata que otro de sus temas de estudio es la triquinellosis. Es el mejor ejemplo de una zoonosis y de cómo se vinculan las cosas: Se trata del parásito que habita en los animales y que puede causar Triquinosis en las personas por consumo de productos cárnicos crudos o insuficientemente cocidos.
En esta región del país, la enfermedad se transmite del cerdo o del chancho jabalí a las personas cuando consumen carne sin haberse hecho sobre el producto el análisis adecuado para detectarla. “Estamos viendo resultados muy alarmantes y una alta prevalencia. Es decir, hay muchos animales que tienen el parásito, por lo que hay mucho parásito dando vueltas en esta región, y al ser transmisible a otros animales se genera una cadena difícil de controlar”, asegura.
En el mismo sentido, advierte que “los animales exóticos invasores son una problemática muy preocupante, los jabalíes se acercan a centros urbanos provocando accidentes o ataques a personas, generan un gran impacto en los Parques Nacionales y bosques nativos, ya que consumen los frutos de la araucaria y destruyen el suelo alterando también el ecosistema para otras especies nativas y afectando a las personas porque transmiten enfermedades”, indica.
“En los campos la gente ve cómo destruyen los mallines, los lugares donde el ganado va a consumir agua y alimentos”, añade.
Según la investigadora, “el visón americano es también una especie exótica invasora que pudimos comprobar que portan parásitos de importancia tanto para el ganado doméstico como para las personas, como la toxoplasmosis, además de competir por los mismos recursos con especies nativas o por consumir específicamente especies nativas en peligro de extinción”.
Otra de las enfermedades que estudian es el hantavirus, una enfermedad endémica de esta región. “Trabajamos en conjunto con el CEAN, con la doctora Luciana Piudo, bióloga e investigadora, que hace más de 20 años que estudia a los roedores y cómo el hantavirus se distribuye en los distintos ambientes y hospedadores”.
“La patología provocada por el virus Andes Sur, es de suma relevancia local ya que tiene un mortalidad de hasta el 60% en las personas que padecen la enfermedad. El trabajo en conjunto con el sistema científico-sanitario es fundamental, demostrando una vez más que la interacción con la fauna silvestre nos pone en riesgo en algunas ocasiones, y sólo realizando este tipo de estudios se pueden brindar herramientas de prevención basados en ciencia”, remarca.
Virginia también señala que “la influenza aviar es una enfermedad que tenemos que tener muy presente, ya que ha hecho desastres a nivel global y particularmente acá en Patagonia, con los mamíferos marinos, generando una mortalidad del 95% de las crías de elefantes marinos en 2024″.
“Ya se ha comprobado que los gatos y las personas pueden contagiarse. Estamos con el peligro inminente de esta pandemia por lo que hay que estar muy alerta”, advierte.
La investigadora enfatiza que “el trabajo interinstitucional es indispensable para el éxito de las investigaciones y su aplicabilidad posterior para mejorar aspectos sanitarios y económicos tanto a escala local como global”.
En ese sentido, dice que “Argentina tiene una estructura muy desarrollada a partir de la vinculación de entidades como el Conicet, INTA, Senasa, el instituto Malbrán, el INER E. Coni, universidades, entre otros. El desfinanciamiento y la consecuente destrucción de dicha estructura nos pone al borde de graves problemas, que muchas veces son difíciles de dimensionar hasta que suceden”, comenta Virginia con preocupación.
También remarca la importancia del estudio de enfermedades en eventos como los que ocurren con la rabia y moquillo en zorros, “donde el alerta temprana y la tenencia responsable de las mascotas cobra gran relevancia, ya que los animales domésticos al estar en contacto con esta fauna silvestre, pueden transmitirle o contagiarse de las mismas enfermedades. La vacunación, desparasitación periódica y el control de que no deambulen sueltos es una manera muy eficiente de prevenir enfermedades”.
Resalta que “si bien actualmente la mayor parte de la población vive en lugares considerados ciudades, estamos inmersos en el ambiente; uno cuando está acá -por la zona cordillerana que habita- se da cuenta de que la fauna silvestre está en el patio de su casa y hay que estar atentos a estas situaciones”.