A la hora de obtener un pollo de calidad, el camino que transita un huevo hasta convertirse en pollito bebe es de vital importancia. En la provincia de Entre Ríos, epicentro de la avicultura argentina, la firma Fadel es una de las eleva la vara de ese proceso productivo, que Bichos de Campo tuvo oportunidad de ver de cerca.
Guiados por Diego Carrera, el responsable de la planta de incubación que aquella avícola posee a las afueras de la localidad de San José, este medio acompañó el ingreso de unos casi 80 mil huevos por día y presenció la salida de cientos de pollitos bebe recién nacidos con destino a las granjas de la zona.
“Nosotros trabajamos con las razas Cobalt, Arbor Acres y Ross. Tenemos un arribo de huevos de mañana y uno al mediodía, de las dos granjas productoras de Fadel. Tras la primera desinfección en las reproductoras, el huevo recibe aquí una segunda, ya que para nosotros es muy importante la inocuidad y sanidad de la planta. A partir de ahí, una máquina prepara bandejas de 84 huevos, que se cargan en los carros que van a las incubadoras”, relató Carrera, que integra el plantel de la empresa desde 2012.
A pesar de que gran parte del proceso se encuentra automatizado, aquella planta emplea a 38 personas que rotan en distintos turnos. Sucede que para lograr el procesamiento de los más de 5 millones de huevos por mes que reciben, la supervisión en cada etapa de la cadena se vuelve clave.
Previo al ingreso a las incubadoras, los huevos son clasificados y separados en dos grupos, en función de su peso: los de 45 a 65 gramos, y los de 65 a 85 gramos.
“Eso te define el tamaño que va a tener el pollito, y la diferencia se da por las semanas que tenga la gallina ponedora. Si la gallina está hace 55 o 60 semanas poniendo huevos, estos serán más grandes. Si la gallina tiene unas 35 semanas, el huevo será más pequeño”, indicó el operario. Aquella información es importante para definir a qué granja de engorde serán destinados los pollitos luego, en función de su tamaño.
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Cada carro de huevos que ingresa a una incubadora contiene unos 5.376 huevos, y en cada una de ellas se incuban a diario 129.024 huevos, a 38 grados centígrados en forma constante. Sin embargo, no todos terminarán siendo huevos viables. De acuerdo con Carrera, la tasa de incubación exitosa ronda el 82% a 83%, lo que supone una pérdida de 4 millones de unidades al año.
El tiempo que pasa entre la incubación de los huevos y el nacimiento de los pollitos es de 21 días y 12 horas. Este tiempo es calculado en forma exacta y solo se interrumpe brevemente en el día 18 (a las 442 a 444 horas de incubación) para realizar la vacunación in ovo, o dentro del huevo.
“A los 18 días y medio se hace la vacunación in ovo contra enfermedades como Newcastle, Marek y Gumboro. Eso no lastima al pollito, que ya se encuentra ubicado en su correspondiente posición. Luego se hace una separación del huevo infértil mediante una luz led blanca, que permite detectar si está vacío por dentro. Próximamente tendremos una máquina removedora que nos permitirá hacer eso previo a la aplicación de vacunas, lo que supondrá un gran ahorro”, contó el operario.
Un dato clave es que aquellos huevos infértiles no son destinados para consumo humano, sino que son enviados a plantas elaboradoras de alimento balanceado para animales.
Finalizado ese proceso, los huevos vacunados son colocados en máquinas nacedoras, donde pasarán unos 4 días más, hasta cumplir el plazo total de 21. Estas producen una leve rotación de los cascarones, que facilita que el pollito lo pique para salir.
“En todo esto es importante la climatización. La temperatura tiene que estar entre 22 y 24 grados, y tenemos la humedad y el CO2 controlados. Eso tiene que estar perfecto para lograr un pollito bebé de primera”, señaló Carrera.
Cumplidos los 21 días y 12 horas, los pollitos recién nacidos inician un camino que incluye la limpieza de restos de cáscaras, el pesaje, la aplicación de una nueva tanda de vacunas (esta vez por aspiración contra la bronquitis y la coccidiosis), y la separación en cajas de a 100.
Aquellas cajas se colocan en camiones que deben estar climatizados, con una temperatura de entre 26 y 27 grados, hasta el arribo a las correspondientes granjas. A partir de allí, los pollitos iniciarán su proceso de engorde durante un tiempo estimado de 45 días.
“De la alimentación y el crecimiento de los pollitos ya se ocupan la granjas. Yo soy como una partera, me traen el huevo y les entrego pollitos de primera calidad. Después me tengo que ocupar de los que vienen atrás, que son más de 300 otra vez”, concluyó el trabajador.