Fernando Miñarro es el director de Conservación y Desarrollo Sustentable de Fundación Vida Silvestre, una ONG muy activa en la promoción de nuevas políticas ambientales para el país, incluyendo la tan nombrada Ley de Humedales. Lejos de levantar el dedo acusatorio en contra del productor argentino, como se suele hacer desde muchas organizaciones ecologistas, este biólogo está convencido de que el productor puede convertirse en un gran aliado de la conservación.
“Eso es lo que promovemos, y está clarísimo en ambientes como los pastizales naturales: Cuando vemos que la fauna amenazada de extinción aún está conservada y permanece en aquellos campos dedicados a la ganadería extensiva, porque se ve que (los productores) cuidan ese recurso”, dijo Miñarro a Bichos de Campo.
Para Miñarro y Vida Silvestre, entonces la nueva Ley de Humedales no debe ser concebida como un peligro para los sectores productivos, sino como un avance en el sentido positivo. Primero, para lograr un ordenamiento del territorio, pero también para potenciar el trabajo con la ganadería y para integrar a los productores.
“La ley de Humedales no apunta a bloquear las actividades productivas, sólo necesitamos ordenarlas en el territorio, así como también necesitamos ordenar la conservación”, expresó el directivo de Vida Silvestre.
Mirá la entrevista completa a Fernando Miñarro:
“La ley no tiene un precepto restrictivo; al contrario, yo ambientalista seguiré siendo un defensor de que la cuenca del Salado siga siendo ganadera, y que no se avance con otros usos tales como la urbanización. Por eso, desmitifiquemos ese temor de que es una ley que viene a frenar la actividad productiva. No es la mirada que la mayoría de las organizaciones ambientales involucradas en este debate le ponen a esto”, aclaró MIñarro.
El ambientalista manifestó la necesidad de que haya “políticas públicas que acompañen beneficios para todos los actores involucrados, comprendiendo cuál es la gente que vive en esos sistemas”. Ejemplificó con el caso del Delta, donde históricamente se desarrolla una ganadería de islas, pensada en función al sistema, y que cada tanto, cuando hay inundaciones, se debe trasladar al ganado.
“La falta de ordenamiento territorial de la actividad agropecuaria en el país y el avance de una agricultura, termina desplazando a la ganadería con mucha mas fuerza a zonas como el Delta, y la obligan a permanecer todo el año cuando antes funcionaba de otro modo”, manifestó.
Hizo hincapié en que “Argentina necesita una ley integral de ordenamiento ambiental del territorio, porque los bosques, humedales y pastizales son piezas de ese rompecabezas que hay que mirar de modo integral”.
Miñarro destacó el trabajo que hizo la fundación Vida Silvestre Argentina en la Bahía Samborombón, ubicada en la Provincia de Buenos Aires, que abarca una superficie de 250.000 hectáreas y está considerada el humedal marino costero más extenso de la Argentina. Explicó que es uno de los sitios pilotos elegidos por la Fundación que él representa, para el Proyecto “Pastizales y Sabanas del Cono Sur de Sudamérica”, el cual se basa en lograr una producción de carne sobre pastizales nativos y en conservar la vida silvestre, sosteniendo que ambas son tareas compatibles y rentables. Esto se logra mediante la adopción de Buenas Prácticas Ganaderas que tengan en cuenta y respeten la problemática ambiental.
“Toda la Bahía Samborombón está declarada como sitio Ramsar, un reconocimiento internacional que se les da a los humedales, así que es un buen ejemplo”, indicó.
“Pero también vale la pena extender la mirada a toda la cuenca del Salado. Desde Vida Silvestre somos defensores de la ganadería de cría allí; debe ser la actividad que domine esa región porque es la que se adapta al funcionamiento natural de esta gran cuenca, con su ciclo de inundaciones y sequías, y ahí está el trasfondo de esta probable Ley de Humedales”, concluyó.