Es frecuente que cada gran ciudad de la Argentina tenga al menos un pequeños cinturón verde que facilita el acceso de frutas y verduras frescas a la población. Pero en la zona sur del territorio nacional, donde hay mucho viento y poca disponibilidad de agua, esa necesidad queda supeditada a traer esos alimentos desde largas distancias. En el caso de Comodoro Rivadavia, el más tradicional enclave petrolero ubicado al sudeste de la provincia de Chubut, las verduras suelen llegar desde Mendoza, luego de recorrer un trayecto que supera los 2.000 kilómetros. Las lechugas llegan mustias, deshidratadas, casi marchitas.
Las ganas de alimentarse con mejores verduras fue, como en muchos otros casos, lo que motivó a Andrés Coquiara a comenzar a experimentar con la hidroponia, un sistema de cultivo sin suelo que permite obtener verduras de hoja, en especial lechuga pero también otras especies, en menos de dos meses. Este modo de producción está ganando posiciones en muchas ciudades de pequeña y mediana escala, que dependen para su abastecimiento de otras regiones a veces muy lejanas.
“La tierra acá es muy difícil de trabajar. Siempre tenemos que hacerlo bajo techo. Tengo una pequeña chacra cerca de Comodoro y decidí empezar con esto. Cuando vi el resultado y la velocidad me entusiasmé. Estamos sacando unas diez cosechas anuales”, contó el emprendedor en una charla con Bichos de Campo.
Esas primeras y pintonas plantas de lechuga lo motivaron a escalar en el proyecto luego de conseguir un socio, Alejandro Novillo, quien no solo se puso a aprender sobre ese modo de cultivar verduras sino que además se puso a construir mediante una impresora 3D las piezas de pequeños módulos para que todos puedan hacer algo de hidroponia en sus casas, con poco espacio disponible. Inquieto conocedor de cables y chips, Alejandro incluso diseñó una plaqueta para sistematizar todo el proceso productivo, como que pueda hacerlo cualquiera sin tanto trabajo.
Ambos socios hoy manejan Hidroponia Centenario, un proyecto que cuenta con apoyo del ente Municipal Comodoro Conocimiento y que -mediante estas asociaciones- ya vende verduras frescas a mercados gastronómicas de la zona mientras busca nuevos emprendedores deseosos de sumarse, porque hace falta producir mucho más. El modelo de negocios en muy original. Y necesario.
“El mercado es muy interesante pero obviamente nosotros solos no podemos. Por eso estamos fomentando la producción. Tendríamos que tener tres hectáreas techadas para poder abastecer la ciudad. Nuestra meta es poder tener muchos productores con esto para poder lograr un autoabastecimiento local. De esa forma comeríamos un buen producto, sano porque no usamos ningún tipo de pesticidas, y mucho más rápido de cosechar. Es beneficioso por todos lados”, afirmó Coquiara.
Los emprendedores trabajan en un invernadero donde se aseguran de tener las condiciones de temperatura y humedad controladas. En cuanto al agua, recurso clave para este sistema, emplean la de red ya que ha demostrado su idoneidad.
Pero la vuelta de rosca de este proyecto viene del lado de la construcción de las piezas necesarias para que cualquiera pueda dedicarse e la producción hidropónica y de la automatización de los procesos, donde Alejandro, que es programador, juega un rol central con el desarrollo de una “placa tecnológica”.
“Nosotros abarcamos todo el proceso de hidroponía. Estamos trabajando con unas placas para automatización del proceso hidropónico, a las que se le conectan sensores y módulos. Con eso podemos controlar el riego, el nivel de agua, la temperatura, hacer mediciones”. relató Alejandro a Bichos de Campo. Como ahora todos los chicos de su edad pueden trabajar de modo virtual, sucedió que este joven hizo el diseño junto a desarrolladores de Egipto y luego mandó imprimir las placas con una empresa de China. Todo desde Comodoro Rivadavia.
-¿Cómo es el modelo que le proponen a la gente que quiere sumarse?- le preguntamos a Andrés.
-En el primer empujón le damos una ayudita para montar un equipo. Hablamos de aproximadamente 100 plantas, un sistema NFT (Nutrient Film Technique), le enseñamos y hacemos un seguimiento hasta su primer cosecha. Para que inicie y vea que realmente funciona, instalamos el equipo sin cargo y le cobramos un alquiler por el equipo que sería de un 30% de la producción. Después uno puede seguir reinvirtiendo porque esto en números es muy interesante. El margen es muy rentable y al hacer tanta cantidad de cosechas al año uno amortiza bien el sistema y puede invertir en sus propias máquinas e ir creciendo. Pero para que se animen hacemos esto de poder instalar una máquina teniendo el lugar.
-¿Y qué se necesita como espacio básico?
-Para una máquina de 100 plantas estamos hablando de tres metros cuadrados. Pero el lugar tiene que tener luz, al menos durante seis horas al día, buena circulación de aire, etc. Los guiamos para que inviertan sobre seguro.
-¿Y cuál es el principal reparo que encuentran de la gente antes de meterse en esto?- le preguntamos a Alejandro.
-Lleva una inversión inicial que muchas veces traba a que la gente se lance a hacer esto. Pero después en funcionamiento el día a día es muy fácil. Y si está automatizado ya no movés un pelo. De todos modos, hacerlo manual es igualmente facilísimo. Versus la tierra, gana siempre la hidroponía.
-¿Quieren extrapolar el modelo o por ahora se quedarán en Comodoro?- le preguntamos a Andrés.
-Por ahora estamos en Comodoro, pero todo es cuestión de charlar y ver cómo movernos. Somos medio recelosos de todo y estamos encima. Hacemos un acompañamiento (de los nuevos emprendedores) que es lo importante. Nosotros cuando iniciamos lo hicimos solos golpeándonos la cabeza, comprando cosas que no sirven, hasta que juntamos todo. Ahora está mucho más sencillo porque tenemos todo acá y ya hemos hecho todas las pruebas habidas y por haber. Eso también es una gran ventaja.
“No podemos abarcar más porque la demanda nos supera. Por eso es importante que haya más productores, porque al estar tan lejos nos facilita en la compra de semillas, la compra de insumos. Queremos armar una comunidad verde y estamos en camino. Vamos a seguir metiéndole porque esto funciona”, afirmó Andrés.
En realidad no es Hidroponia, sino Hidroponía, con acento en la segunda “i”