La majestuosidad de la isla de Córcega en Francia, que cada año atrae a miles de turistas de varias partes del mundo, esta vez atrajo a miles de vacas de la zona, que llegaron para quedarse a disfrutar de la arena, del sol y del mar Mediterráneo. Al parecer una situación similar se registró en 2017, y la propia agencia France-Presse lo registró en un tweet.
#instantané Deux femmes photographient des bovins sauvages sur la plage Mare e Sole, dans le Golfe d'Ajaccio #AFP pic.twitter.com/AcRWHbRvJa
— Agence France-Presse (@afpfr) May 17, 2017
Ahora, quizás producto de la pandemia por Covid-19, que mantuvo alejados a los turistas de esos paisajes por un largo tiempo, es común volver a verlas deambular por la playa. Las personas que se acercan al lugar, curiosas y sorprendidas, se atreven a fotografiarlas. Y es que, ciertamente, ver vacas en una isla es como ver un paisaje disonante o poco corriente, pero también se ha vuelto una situación problemática. Las autoridades de la isla francesa debieron cerrar las playas de modo temporal después de que estos bovinos comenzaran a atacar a turistas y lugareños.
Un hombre resultó herido en el cuello, tras lo cual fue hospitalizado desde la playa de San Martino di Lotu, en la costa norte. Y en la comuna serrana de Lozzi, una mujer de 70 años resultó gravemente herida tras ser atacada por una vaca mientras colgaba ropa en la calle. “La mujer resultó herida a 2 centímetros de la arteria femoral. Los turistas se ríen de esto como si fuera un folclore y les toman fotografías a las vacas, pero en realidad es una verdadera plaga. Si esto continúa, habrá muertes”, advirtió el alcalde de Lozzi, Francois Acquaviva, al medio local Corse-Matin.
También se registraron daños a automóviles y propiedades privadas y persiguieron a los turistas por una avenida en una de las ciudades más visitadas de la isla y todo fue un caos. Según los informes de las autoridades del lugar, muchas víctimas se vieron agraviadas por los afilados cuernos de las vacas de allí.
A este tipo de bovinos se los conoce como “vaca corsa”. Se dice que está emparentada con la vaca sarda y con otras razas del continente como la vaca de la Albera, zona que divide Cataluña de Francia, la de la Camarga en el sur de Francia, o la Serrana negra, oriunda de España. Durante los siglos XIX y XX se importaron a Córcega animales de raza Aubrac, Limousin, Charolais y otras de aptitud lechera.
No se sabe con certeza de dónde salieron originalmente las vacas hace más de una década, pero se cree que el gran número de animales de granja en la isla se debe a las subvenciones que se reciben por parte de la Unión Europea (UE) en una denominada ley de Ganado: cuántos más ejemplares mayor dinero recibido, lo que hizo que actualmente no se tenga control sobre los animales que invadieron la isla, incluidas sus playas.
El número de vacas callejeras en esta montañosa isla mediterránea de Francia ha aumentado a 15.000 en los últimos años, aproximadamente la mitad de ellas pertenece a agricultores y el resto se consideran salvajes.