La fórmula elegida por el gobierno para rascar en el fondo de la olla del complejo sojero y recaudar unos 400 millones de dólares adicionales este año (además de los 8.000 millones que ya le aporta ese sector), fue suspender la vigencia de un decreto de octubre de 2020 que había reducido el peso del tributo para los derivados de la molienda del poroto. Por eso, al aplicarse, la medida no alcanzó solamente al aceite y la harina de soja, sino a un conjunto de productos más amplio que incluye al biodiésel.
En este caso, la suba sería de 1 punto porcentuale: los embarques del biocombustible tributaban desde diciembre de 2021 un 29% de retenciones, es decir 4 puntos menos que el poroto sin procesar y dos puntos menos que el aceite de soja, su materia prima. Ahora se ubicaría, según fuentes del sector, a los mismos valores de octubre de 2020, es decir al 30%.
La situación afecta a otras posiciones derivadas de la cadena sojera, como los aceites refinados o algunos preparados para la alimentación animal que contengan soja entre sus ingredientes.