Comencé a ir cuando me lo pidió una chica que me gustaba. Pero al llegar al comedor comunitario, descubrí que tenía novio, aunque seguí concurriendo como voluntario para no quedar en evidencia de que mi voluntad de servicio público estaba guiada por el más primario instinto, tal como le sucede, por lo general, a la mayor parte de los políticos, aunque ellos no sienten vergüenza.
El hecho es que, mientras servía un plato de comida a una fila interminable de gente que llevaba la desesperanza estampada en el rostro, se presentó un grupo de personas, quienes dijeron trabajar para la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, para comenzar a tomar fotos y filmar con varios celulares.
Una mujer, con mirada suspicaz, me preguntó si sabía qué día era. Sí, lunes, contesté. ¡Lunes, lunes sin carne!, gritó la chiflada para despertar la atención de todos los que estábamos ahí. No hay excusas, afirmó, para comprometer el futuro del planeta, más allá de cuál sea la situación de cada uno, porque todos, todos podemos hacer nuestro aporte, y nuestros hijos y nietos nos lo van a agradecer, perdón señora, interrumpí, creo que hay un error, eso que usted puede ver en el plato no es carne picada, sino soja texturizada, que, cuando se humedece, tiene una apariencia similar a la carne picada, de hecho, hace meses que el comedor no pude ofrecer carne porque se quedó sin presupuesto suficiente, así que si puede, desde su lugar, hacer algo para. Pero con un ademán, que juzgué un tanto violento, me indicó que me callase para luego respirar profundo y proseguir con su monólogo.
Menos mal, dijo, menos mal que es soja, por un momento pensé que teníamos que declarar a este comedor comunitario como “no sostenible”. Igual uno de sus colaboradores se llevó una muestra para corroborar si era o no soja texturizada.
Pregunté si habían detectado ya algún comedor en infracción y me indicó que sí, que durante la mañana habían encontrado uno que ofrecía salchichas. Mire señora, con todo respeto, las salchichas baratas, si tienen carne, es básicamente por una cuestión sentimental del fabricante, porque la mayor parte están elaboradas con derivados de soja. No, querido, a mí no me vas a confundir, me desafió la señora, ahora visiblemente ofuscada, no me busques excusas ni atajos, porque así se empiezan a hacer concesiones que después hacen que no podamos cumplir con el Acuerdo de París, y ahí te quiero ver, eh.
Luego de hacer algunas tomas, seguramente para armar un video para Instagram o Tik Tok, por fortuna se fueron. Un muchacha, con su bebé moqueando en brazos, me dijo que había escuchado que hablaban sobre la carne y supuso que, finalmente, luego de tanto tiempo, iban a traer algo de carne al comedor. Pero no. Nada que ver. Y entonces, ¿qué vinieron a hacer?, preguntó la muchacha. No supe qué responderle. Tampoco supe, horas después, responderme a mí mismo. ¿Qué es lo que vino a hacer esa gente? ¿Qué es lo que hace esta gente?