La Comisión Europea anunció finalmente que extendió los permisos para el uso del herbicida glifosato por otros diez años, hasta 2033, aunque la decisión no contó con el consenso de todos los países, que (como en el caso de Francia) podrían poner limitaciones nacionales.
“La Comisión, basándose en las exhaustivas evaluaciones de seguridad llevadas a cabo por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos (ECHA), junto con los Estados miembros de la UE, procederá ahora a la renovación de la aprobación del glifosato por un periodo de 10 años, sujeta a ciertas condiciones y restricciones nuevas”, señaló en un comunicado el bloque.
¿Cuáles son las nuevas restricciones? La prohibición del uso como desecante antes de la cosecha y la necesidad de ciertas medidas para proteger a los organismos no objetivo de las aplicaciones.
El Ejecutivo Comunitario tuvo la opción de aprobar su propia propuesta de prórroga del glifosato después de que los Estados miembros no lograran, por segunda vez, una mayoría calificada a favor o en contra del plan presentado en septiembre. Según informó la agencia Euronews, países como Italia o Francia volvieron a votar en contra, mientras que España ha votado a favor.
La EFSA declaró en una evaluación de julio que no había encontrado “áreas críticas de preocupación” para la renovación del uso del glifosato más allá del 15 de diciembre, fecha en la que expiraba la aprobación actual de cinco años.
No obstante, la decisión de permitir o prohibir el uso del glifosato a escala nacional sigue estando en manos de cada gobierno. Ningún país de la UE lo ha prohibido totalmente, aunque algunos, como Austria, Francia, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Alemania, han implantado prohibiciones parciales para su uso en determinadas zonas o en cercanías de los hogares.
El glifosato, un herbicida introducido en la década de 1970, ha sido centro de polémicas desde que en 2015 la agencia contra el cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo incluyó en un largo listado de productos “probablemente cancerígenos”.
La Comisión dice que tal peligro no está demostrado. En su último comunicado indicó que la EFSA examinó 16.000 estudios publicados, 2.000 de los cuales se consideraron potencialmente relevantes, así como 300 estudios adicionales durante la fase de consulta pública para emitir su evaluación.
Bruselas ha añadido que si surgen nuevas pruebas que indiquen que ya no se cumplen los criterios de aprobación, iniciaría una nueva revisión y “tomaría medidas inmediatamente para modificar o retirar la aprobación si está científicamente justificado”.