Cuando el joven Sebastián Deym prendió la televisión y se encontró con una mujer llorando de hambre allá por el año 2005, sintió una fuerte angustia al ver que del otro lado de su ventana se asomaban hectáreas y hectáreas de choclos listos para cosechar. “¿Cómo puedo hacer para enviarle comida?”, fue la pregunta que intentó responder durante varios meses hasta que vio la creación de los primeros bancos de alimentos, cuyo objetivo era recolectar donaciones y distribuirlas.
Al tratar de conectar esa acción con el campo -el banco de alimentos del país por excelencia- arribó a la idea de “las chocleadas”, una acción que consistía que recolectar a mano choclos de una hectárea de campo, donada por algún productor, para distribuirlos entre comedores y centros de acopio que los necesitaran.
De ese primer evento que tuvo lugar en la localidad de Alejandro Roca, al sur de la provincia de Córdoba, han pasado más de quince años y el programa no ha hecho más que consolidarse y convertirse en una acción comunitaria de la que hoy participan escuelas, estudiantes y productores de distintas provincias. Ya no sólo se dona la producción de marlos de choclos de forma directa sino que también se comercializa el maíz ya cosechado para comprar alimentos no perecederos.
Uno de los componentes más positivos del programa solidario es que quienes participaban de las cosechas de los choclos eran alumnos de las escuelas secundarias de cada zona, y así además se intentaba dar testimonio de la importancia y potencialidad que tiene el agro como generador de alimentos.
“Desde su inicio hubo una cosa de valor agregado social que le quisimos poner. No es el chico que falta dos horas al colegio para escaparse de una prueba de matemática para darle un plato de comida a un argentino que no conocemos. Es un plato de comida que reúne a una familia en una mesa. No es solamente cosechar y no saber a dónde va ese choclo. Es ponerse en el lugar de otro. Hay cultura de laburo”, dijo a Bichos de Campo Sebástian Deym.
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El renovado programa viene acompañado además de la realización de talleres teóricos en los que los estudiantes trabajan sobre cuestiones relacionadas a las acciones comunitarias y solidarias.
El aumento de las donaciones hizo que La Chocleada se diversificara y que no sólo se cosechen choclos para consumo en fresco -ya que no siempre llegaban a recolectarnos en su punto justo de madurez- sino maíz seco para procesar, por lo que actualmente Deym y sus colaboradores trabajan junto a Cargill y Lartirigoyen, dos empresas de fuste en el sector con quienes tienen convenios para acopiar lo recolectado.
“Después de acopiar juntamos las hectáreas cosechadas, hablamos con los bancos de alimentos, con Conin, con Cáritas o con los comedores de los pueblos que hacen las chocleadas, y vemos los requerimientos que tienen. Pedimos que coticen local, nosotros le pagamos las facturas y los comedores retiran el alimento”, explicó el fundador.
Actualmente esta acción y otras como la “Papa Solidaria” y la “Naranjada”, que se organizan de la misma forma que la chocleada, se encuentran nucleadas en la ONG agropecuaria Movilizarse, que ya tiene presencia en varias provincias del país.
Según sus relevamientos internos, entre 2005 y 2020 se realizaron 343 Chocleadas, 4 Papas Solidarias y 2 Naranjadas; han participado 53.884 voluntarios y 1.142 escuelas; se repartieron el equivalente a más de diez millones de platos de alimento, que beneficiario 573 organizaciones sociales, y se realizaron 91 talleres de los que participaron 9.630 personas.
-¿Alguna vez consideraste que ya no era necesario hacer este tipo de acciones o siempre hacen falta?- le preguntamos a Deym.
-Nosotros tenemos sensores que son los que indican la demanda y (desde la crisis de 2001) nunca aflojó. Y ahora hay cada vez más. En estos años de pandemia muchos productores nos llamaron para darnos sus hectáreas y sin los chicos conseguimos cosechar y obtener el maíz para los kilos de alimento. Ya pasamos más de 10 millones de platos de alimento, que sigue siendo una gota en el océano, pero es una gota que sino la ponemos nosotros no la pone nadie.
-¿Qué se necesita hoy?
-Hectáreas conseguimos, el tema es involucrarse y entender que hay otra Argentina a la que hay que darle una mano. Todo esto no es un plato de comida sino un agregado social que hay atrás de una hectárea. El concepto de que una familia se pueda reunir alrededor de un plato de comida caliente es un gran valor agregado, más allá de la comida.
Fotos: La Voz del Pueblo – CREA