Por Nicolás Razzetti.-
A mediados de los 70 se logró controlar un ataque de la langosta en Tucumán. Los productores le reconocen al último gobierno de Perón el haber armado las cuadrículas de 10 kilómetros por 10 kilómetros en las que se hicieron las aplicaciones correspondientes y que redujeron el desarrollo del insecto. “Antes de 1975 se comían hasta la ropa que colgabas en la soga”, recuerda un agricultor de la zona.
En los últimos días esos recuerdos afloraron. La nueva plaga de langostas ingresó a la provincia, las mangas se multiplicaron y el problema alcanzó magnitudes impensadas.
Desde la Asociación de Productores del Norte (Apronor) pidieron a las autoridades de la regional del Senasa que se hicieran más controles pero la respuesta fue que no quedaban recursos, que se había gastado el presupuesto (en esa provincia también se combate el HLB en cítricos) y que entonces deberían ir a gestionar el dinero necesario al Ministerio de Agroindustria.
“En conclusión nos dijeron que Senasa no tiene más presupuesto para aplicaciones, que la Dirección de Agricultura de la provincia tampoco tiene y que solicitemos una partida adicional al Ministerio de Agroindustria”, comentó Roberto Palomo, directivo de Apronor.
Mientras tanto, los productores se están organizando para hacer las aplicaciones correspondientes. El costo, dicen ellos, no es alto y debería ser asumido por las autoridades. Son cerca de u$s10/12 más IVA por hectárea incluyendo el pago del avión y los productos para combatir la plaga.
Un manga importante en la región llega a ocupar 1.000 hectáreas, pero cuando se concentra lo hace en superficies muchos más chicas, explicó Palomo . Agregó que los privados están haciendo aplicaciones de 100 hectáreas promedio lo que implica unos u$s 10.000 o 175.000 pesos de gasto.
Los productores dicen que en función de los presupuestos que manejan las autoridades provinciales y del Senasa no es un valor extremadamente alto. Además destacan que el más afectado es el productor chico que no tiene posibilidades de defensa alguna.
Palomo indicó que el mayor temor es a lo que pueda pasar en dos meses, porque “los huevos que se ponen hoy van a ser langostas saltonas en noviembre y en ese estado arrasan con todo”, advirtió.