David Aquiles Gutiérrez es un pequeño productor agropecuario que forma parte de la Asociación Quebracho, en el paraje homónimo, ubicado en el departamento formoseño de Ramón Lista, casi al límite con Paraguay, a 60 kilómetros de la provincia de salta, en pleno Chaco Salteño.
David cuenta que la asociación nació de una desgracia, hace casi 20 años atrás, cuando surgió la necesidad de unirse entre productores para enfrentar un brote de rabia bovina, que los obligó a traer vacunas de Bolivia, y hoy en día están organizados en el predio propio para mejorar la comercialización, logrando mejorar precios.
Gutiérrez hoy en día es el encargado de la sanidad animal, y recuerda el grave brote de aftosa ocurrido en 2001 en Argentina, cuando el norte del país fue protagonista: “Si, lo recordamos. Desde ahí se enclavaron las bases del asociativismo, nos tocó en la zona que aparecieron focos de aftosa y los productores no podíamos vender. Empezamos a buscar alternativas para comercializar, como una fabriquita de charqui para vender carne disecada. Eso funcionó un buen tiempo y fue un paliativo, la hacienda no se podía mover. Estamos a menos de 25 kilómetros de la frontera, es decir, la zona roja. Por suerte salimos de esa situación, gracias a la vacunación”.
David está orgulloso de su familia, su esposa fue la primera egresada de la escuela agrotécnica de la zona, y su hija lo hará próximamente. Y ese conocimiento técnico lo vuelcan en la comunidad, donde la vacunación además de ser necesaria por cuestiones sanitarias, es un nexo social: “La vacunación me permite conocer a los productores de la zona. Todos aquí son pequeños. El promedio debe ser de 50 cabezas. Dentro de esos hay gente que tiene 150, pero no más de eso. Esto de salir a vacunar uno lo hace por compromiso sanitario, pero también de amistad, para visitar a la gente y pasar un buen rato con ellos, más allá del negocio. Uno cosecha y cultiva la amistad”.
De acuerdo a lo que cuenta, en El Quebracho y su zona de influencia hay 10.000 cabezas, y contando el departamento hay 39.000, pero sumando Bermejo, ese número aumenta a 42.00 cabezas de ganado: “El tipo de ganadería que hacemos acá es muy distinto a la región cercana a la capital Formosa, que es más llovedor. Recientemente empezamos con experiencias de pasturas. Tenemos dos zonas bien delimitadas, la del rio y la zona alta, que no se inunda. Ellos padeces la crisis de falta de alimento y eso hace que stock ganadero sea menor que el de la costa del río”.
Gutiérrez explica la cuestión natural a Bichos de Campo: “Nosotros tenemos el problema que tenemos que conseguir el alimento todo el año. El agotamiento es muy rápido, solo hay buen pasto cuando llueve. Tenemos que aprovechar la fruta que cae en verano, como el algarrobo, el mistol, el chañar. Todo eso sirve como forraje para la zona crítica”.