La Argentina faena de 13 a 14 millones de bovinos por año. Cada uno de ellos pesa unos 300 kilos en promedio, pero no todo es carne. Más bien, apenas poco más de la mitad es carne y en el resto va de todo, incluyendo grasa y huesos.
Así, si la producción anual de carne trepa a 3 millones de toneladas, de la faena quedan por lo menos 2 millones de toneladas de esos “desechos”.
En una interesante nota publicada por la agencia Télam, el gerente general de la Cámara de Subproductos Ganaderos, Daniel Di Pardo, señaló que los negocios que pueden hacerse con los bovinos no terminan en la carne, el cuero y las menudencias. En la Argentina las exportaciones de otros subproductos de la faena (en especial el sebo y la harina de hueso) alcanzarían en 2020 las 180.000 toneladas, por un valor cercano a los 60 millones de dólares.
“La Argentina va a crecer en este proceso de reciclado de desperdicios, porque la demanda de carne hace que se empiecen a producir animales más pesados. Y al ser más más grande el animal hay más subproductos para reciclar”, explicó Di Pardo en la entrevista, donde además contó que en el país existen 35 plantas especializadas en procesar los residuos que viene de los frigoríficos y de las carnicerías.
¿Cómo es el proceso? El directivo aclaró que llegan 2 millones de toneladas de residuos a esas plantas, pero que ese volumen “viene con 50% de agua, naturalmente”. Luego del proceso, “de eso sale el sebo líquido, que es la grasa, y también hay una proteína que al final del proceso se separa para transformarse en la harina de carne y de hueso”.
Muchos de esos productos tienen como destino el mercado de exportación, ya que en el caso de la harina de carne, por ejemplo, la Argentina impone muchas restricciones por razones sanitarias (desde el mal de las vacas locas). Di Pardo precisó que “de sebo se exportan 60.000 toneladas, a valor 500 dólares por toneladas; y de harina 120.000 toneladas, a razón de 270 dólares”.
“Las exportaciones representan en el caso del sebo, el 18%, de las 330.000 toneladas que se producen; y en la harina, la mitad”, indicó.
¿Y para qué se usan esos productos? “El sebo se aplica en biocombustibles, y Brasil demanda mucho de eso”, aunque también se exporta a Europa y México. En tanto, “la harina de carne y de hueso se envía a Asia, fundamentalmente a Vietnam, porque es muy utilizado de alimento para animales”.
Como muchos otros sectores, estos productores de sebo y harina de hueso han sufrido con el manotazo fiscal por vía de las retenciones. Di Pardo explicó que ese tributo pasó pasarlas del 0% al 12%” en los últimos meses.
“Con un consumo interno muy definido y una necesidad inexorable de exportación, la propuesta es tener una consideración respecto al incremento de las retenciones”, afirmó Di Pardo, quien está solicitando una entrevista con las nuevas autoridades.
Para defender a su industria, dirá ante los funcionarios que “el sector de reciclado de desechos de la carne emplea 800 personas en forma directa, y trabaja con alta alta tecnología y procesos continuos”.
A su criterio, el sector de reciclado “juega un rol clave a la hora de transformar esos desperdicios en productos de enorme valor agregado para otras industrias, en particular sebo líquido, para jabones, velas, emulsionantes y oleoquímicos; proteína de carne y hueso como alimento balanceado o para mascotas y fertilizantes; y grasas alimenticias para galletitas o panificados”.
“Logramos dos objetivos en uno: por un lado, el adecuado tratamiento de los residuos, peligrosos para la salud y extremadamente costosos de gestionar, minimizando el impacto sobre el medio ambiente y, por el otro, la generación de oportunidades de negocios alrededor de productos de alto valor agregado aptos para impulsar las exportaciones y crear puestos de empleo de calidad”, concluyó el ejecutivo.