El veterinario Marcelo Lizziero viajó días atrás hasta Esperanza, en Santa Fe, desde la bonaerense Suipacha, donde producen quesos de cabra, para presentar ante la comunidad lechera reunida en Todo Láctea un sistema que desarrollaron a partir de una necesidad en su propia experiencia productiva: un separados inteligente para las vacas.
Marcelo tiene muchas facetas además de producir los afamados quesos Cabaña Piedras Blancas. Es actualmente el presidente de la Sociedad Rural de Suipacha y uno de los empresarios más empapados en todo el tema de la identificación individual electrónica del ganado, como representante de la suiza Datamars en el país. Este emprendimiento que nos contó, de todos modos, nació como iniciativa propia, a partir de una necesidad.
“Cuando me recibo como veterinario, empecé a trabajar en Suipacha en tambos y uno de los problemas que se me presentaban, especialmente cuando llegaba a un tambo grande en el que se terminaba de ordeñar a las vacas a las 5 de la tarde, es que había un corral de 200 vacas o 300 vaca donde había que apartar a 20 o 30 para revisar”, comenzó Lizziero a explicar como surgió la idea que hoy da vida a Trazamax.
“Yo andaba con un papel con los tamberos y me llevaba más tiempo separar las vacas que palparlas efectivamente”, contó el veterinario, quien veinte años atrás comenzaba a incursionar en el mundo de la identificación electrónica, con los bolos ruminales primero y ahora con las caravanas electrónicas.
Fue allí que pensó en sumar un sistema de puertas que se abrieran y cerraran automáticamente a la salida del tambo, en el ingreso del corral, y que hicieran esa tarea de apartar las vacas automáticamente, a partir de la lectura de los chips que llevaban cada una de ellas.
Es decir que el sistema Trazamax que idearon, y que seguramente será parte del entorno en el que vivirán las vacas del futuro, consiste en un pasillo metálico con diversas puertas a los lados, en cuyo acceso hay un lector de radiofrecuencia que lee el número del chip de cada uno de los animales.
“Depende de los animales que vos quieras apartar, y que vos le marcás previamente, cuando esas vacas pasan mezcladas con todas las otras por adentro del pasillo metálico, el lector las identifica y por una electroválvula mueve una puerta con un sistema neumático. Entonces las vacas se apartan y quedan separadas en un corral”, explicó Marcelo.
Mirá la entrevista:
De aquella idea inicial, que se instrumentó a pequeña escala, nació ahora la empresa Trazamax. “Mi hijo Guido retoma el tema porque yo tenía demasiadas actividades y él estaba estudiando ingeniería de sistemas. Y la verdad es que yo estoy feliz porque se generó una nueva empresa”, contó Lizziero en Todo Láctea, hasta donde fueron interesados en penetrar con esa idea en la principal zona lechera de la Argentina.
Lizziero está confiado en que el proyecto prosperará, porque el costo del equipamiento no es elevado y porque además “hoy que los tambos son cada vez más grandes, porque en los últimos 20 años en Argentina fueron desapareciendo los tambos chicos y en los tambos grandes un problema de todos los días es que hay vacas para secar, para inseminar”. Y para eso hay que separarlas del resto.
Incluso padre e hijo ya están pensando en una segunda etapa: como ahora hay varias empresas que ofrecen collares para vacas, que van detectando un montón de síntomas y situaciones que vive el animal, la idea es que el apartadero reciba automáticamente la información generada por esos dispositivos, para evitar la tediosa carga manual de cada vaca a apartar.
“El pasillo es un pasillo metálico con dos puertas, o sea que tiene tres caminos posibles. Tenés un corral de un lado y un corral del otro”, comento Marcelo. La empresa que comparte Guido ya ha colocado varios apartadores en tambos de la provincia de Buenos Aires.