La Comisión Europea (CE) presentó el miércoles un plan estratégico llamado “De la granja a la mesa”. Allí se pretende sentar las bases para una transición hacia una producción y consumo de alimentos más sostenibles o agroecológicos. Al mismo tiempo, las autoridades comunitarias de Bruselas anunciaron una nueva estrategia sobre Biodiversidad, para asegurar el uso sostenible de los recursos y combatir la contaminación.
La estrategia plantea que para 2030 el 25% de la superficie agraria total de la Unión Europea sea agroecológica, que el uso de fertilizantes se reduzca “al menos en un 20%” y el de fitosanitarios en un 50%. También propone, con vistas a 2030, recortar en un 50% las ventas de antibióticos tanto para animales de granja como en la acuicultura.
Otro objetivo es que todas las zonas rurales tengan acceso a la banda ancha para 2025 para impulsar la innovación digital en el sector.
Informó la Agencia EFE que, sin ser propuestas legislativas, el objetivo de ambas iniciativas es abrir el debate sobre la transformación de la política alimentaria europea y las medidas para frenar la pérdida de biodiversidad, en el marco del Pacto Verde con el que Bruselas quiere lograr una economía neutra en emisiones de Dióxido de Carbono (CO2) en 2050.
“Ambas son centrales para el plan de recuperación de la UE. Son cruciales para garantizar nuestra salud, bienestar y crear las inversiones necesarias para restablecer la economía lo antes posible”, dijo en su presentación el vicepresidente de la CE, Frans Timmermans.
Por su parte, la comisaria europea de Salud y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides, subrayó que por primera vez la UE se plantea abordar todas las etapas de la producción alimentaria a través de una estrategia que “cambiará la manera de producir, comprar y consumir, en beneficio de la salud de los ciudadanos y al medio ambiente”.
La primera reacción de los productores ante estos postulados fue negativo. El comité de organizaciones agrarias y cooperativas comunitarias (COPA-COGECA) criticó que Bruselas haya planteado objetivos concretos para la reducción de agroquímicos y fertilizantes “antes de llevar a cabo estudios de impacto” y cuestionó la manera de alcanzarlos si no hay tiempo o inversiones para desarrollar alternativas.
Por otro lado, para alentar a la industria a ofrecer alimentos saludables y sostenibles Bruselas propondrá el etiquetado obligatorio de los aspectos nutricionales en la parte delantera de los envases de los alimentos y pondrá en marcha iniciativas para estimular la reformulación de los productos.
En ese marco prevé restringir la promoción, mediante declaraciones nutricionales o de propiedades saludables, de alimentos ricos en grasas, azúcares y sal. Además, considerará proponer la extensión de las indicaciones obligatorias de origen o procedencia a ciertos productos.
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En su plan estratégico, además, la CE quiere revisar el programa de promoción del bloque regional para productos agrícolas, para ayudar a contribuir a una producción y un consumo sostenibles. Además, promoverá la investigación de fuentes de proteínas alternativas, de origen vegetal, marino o a través del consumo de insectos, que puedan plantearse como sustitutos de la carne.
Según Bruselas, la población global de especies salvajes ha disminuido un 60% en los últimos 40 años como resultado de actividades humanas no sostenibles y cerca de un millón de especies están en riesgo de extinción en las próximas décadas.
La nueva Estrategia de Biodiversidad pretende combatir entre otros problemas el uso no sostenible de la tierra y de los recursos marinos, la sobreexplotación de recursos naturales, la contaminación y la proliferación de las especies invasoras.
En ese sentido, la UE se fijará objetivos vinculantes para restaurar ecosistemas, mejorar la salud de hábitats y especies protegidas de la UE, proteger a los insectos polinizadores y mejorar el salud de los bosques europeos.
Para 2030 plantea transformar al menos el 30% de las tierras y mares de Europa en áreas protegidas. En ese contexto, Bruselas prevé desbloquear una financiación de 20.000 millones anuales para proteger la biodiversidad a través de distintas fuentes, incluidos fondos europeos, nacionales y privados.