La soja argentina se transformó en la más cara del mundo debido tanto a factores locales como a los cambios que se anticipa tendrá la matriz comercial global en 2025.
Con la victoria electoral de Donald Trump, la soja estadounidense se fue al “descenso” ante la perspectiva de que una segunda edición de la “guerra comercial” entre EE.UU. y China vuelva a perjudicar al poroto estadounidense.
En tanto, con el pronto ingreso de una gran cosecha de soja brasileña, que comenzará a recolectarse en enero próximo, los valores FOB del poroto en ese país comienzan a alinearse con los presentes en EE.UU.
En tal escenario, la soja argentina quedó en el podio de las cotizaciones porque el ritmo de ventas de la cosecha 2023/24 sigue estando por detrás de la media histórica y las compras relativas a la nueva campaña 2024/25 son bajísimas: apenas 1,96 millones de toneladas (industria + exportación) según el último dato oficial correspondiente al pasado 4 de diciembre.
La cuestión es que aún falta un largo camino para el ingreso de la nueva cosecha argentina (abril), al tiempo que la capacidad exportadora brasileña en el presente mes de diciembre está muy limitada con un estimado de 1,24 millones de toneladas versus 3,79 millones en el mismo mes de 2023, según la entidad que agrupa a los agroexporadores brasileños (Anec).
En ese marco, tanto la industria como los exportadores argentinos están ofreciendo “premios” enormes a los productores locales de soja, quienes no pueden visualizarlos como tales a causa de la pérdida de competitividad generada por la apreciación cambiaria combinada con un derecho de exportación del 33% sobre el valor FOB del producto.
Mientras que la Bolsa de Comercio de Rosario calcula que la capacidad teórica de pago de la industria aceitera se encuentra en torno a los 272 u$s/tonelada, este miércoles el contrato de Soja Rosario Enero 2025 del Matba Rofex finalizó en un promedio de 292,5 u$s/tonelada, es decir, ¡20 u$s/toneladas más!
La cuestión es que ese “premio” podría desaparecer cuando la gran oferta sudamericana llegue al mercado en 2025 y los importadores chinos, que están apurando compras para reabastecerse antes de la llegada de Trump al poder (20 de enero próximo), comiencen a administrar las importaciones con mucha más calma.
Si bien es factible que en un escenario de “guerra comercial” la soja sudamericana tenga un diferencial a favor respecto de la estadounidense, habrá que ver si el mismo logra compensar la tendencia bajista prevista en un mercado sobreofertado.