Aunque en los últimos dos años se dieron saltos porcentuales importantes en la oferta de materia prima desde el sector lechero, aumentando en 2020 un 7,5% y en 2021 un 4%, durante 2022 esa tendencia al crecimiento se frenó y el volumen de producción solamente se sostuvo en 11.500 millones de litros en todo el año.
Desde el Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA) destacaron que “a pesar de una larga lista de factores adversos”, se logró sostener la oferta, lo que demuestra los efectos positivos “del trabajo que se viene realizando en los tambos con la incorporación de tecnologías de insumo y de procesos”.
Entre los mencionados factores adversos que condicionan al sector, detallaron: “control de precios en el mercado interno, deterioro del poder adquisitivo de los consumidores, caída a fines del año de los precios internacionales, derechos de exportación acompañados de un fuerte retraso cambiario, a lo que debe sumarse un sequía prolongada y generalizada, con suba de precios de los concentrados en el plano internacional y dólar soja”.
Estas dificultades que ponen en jaque a la cadena, y al sector en general, tienen que ver en su mayoría con las políticas económicas y sectoriales tomadas por las autoridades que continúan perpetuándose. Eso contexto se agrava aún más en medio de una fuerte sequía y una segunda edición del dólar soja.
Así, el costo de la alimentación de las vacas aumentó poco más del 10%, según nutricionistas consultados, al tiempo que la soja tuvo aumentos de hasta un 30% por decisión de los funcionarios, lo que llevó a que los productores modificaran las dietas en muchos casos. Es importante decir que la reducción de la calidad del alimento se traduce en menor oferta.
Es también por eso que en diciembre, la salida de leche de los tambos cayó 1,5% respecto de noviembre y de diciembre de 2021. Esa baja en la oferta derivó en una fuerte recomposición del precio en términos porcentuales. El mes pasado cobraron 66 pesos por litro y la suba en el año fue de 92%, muy cerquita del número de la inflación aunque aún debajo del costo del alimento que llegó a subir un 120%.
El porvenir de la cadena no es por ahora uno muy alentador. La seca reducirá de forma marcada la disponibilidad de granos y la producción de reservas forrajeras para pasar el invierno.
Los productores creen que en un contexto de alta inflación y con subas que se esperan sean importantes en los insumos, será poco probable que la mejora porcentual lograda en los precios –producto de la mencionada baja oferta- llegue a compensar los aumentos.