Si hay algo que no tiene la Argentina es continuidad de sus políticas de Estado, que cambian entre gestión y gestión sin mayor debate ni revisión.
En 2021, el gobierno nacional -en manos de Alberto Fernández y Cristina Kichner- reimplantó los cupos de exportación a la carne vacuna. Por esos meses, el ex ministro de Agricultura Julián Domínguez argumentaba a favor de esas restricciones que la carne era “un bien cultural” y que entonces había que velar por la provisión al mercado doméstico: Según está lógica, las exportaciones no podían superar el 25% de la producción.
A fines de 2023, el nuevo gobierno a cargo de Javier Milei (y Victoria Villarruel) dejó morir todas las restricciones vigentes a la exportación. En este nuevo contexto, anhelado por el propio sector productivo, los embarques se han disparado en el primer bimestre de 2024, a punto tal que el nuevo secretario de Agricultura, Fernando Vilella, califica como un hecho histórico que la Argentina ahora está exportando el 32% de la carne que produce.
Finalmente, en el medio, nadie discutió cuál es el volumen de equilibrio adecuado, si éste existiera, para no provocar que falte la carne para el consumo interno.
Como sea, ahora y sin pensar en la molesta tradición de los argentinos de ser grandes comedores de carne vacuna, el gobierno celebra. “Argentina ha logrado un hito histórico en sus exportaciones de carne vacuna durante el mes de febrero de 2024. Según datos oficiales de la Coordinación de Análisis Pecuario, las ventas al exterior alcanzaron las 82.548 toneladas equivalentes de res y se superó así el récord del mes anterior, una marca sin precedentes en los últimos 57 años”, dice un comunicado de Agricultura.
Que claro, no hace ninguna mención al derrape del consumo interno… Salvo por un pequeño grafico que muestra que en febrero ha caído peligrosamente hasta cerca de 40 kilos anuales per cápita, aunque el promedio anual todavía diga que sigue por encima de los 50 kilos. Habrá que ver como se sostiene esta tendencia en los próximos meses.
Lo cierto es que la producción de carne en este primer bimestre sin restricciones ha sido de 504 mil toneladas, y que (con el récord de febrero) las exportaciones treparon a 160 mil toneladas. Esto implica que se está exportando cerca del 32% de la producción total, muy lejos del 25% que imponía el anterior gobierno como límite sensato.
Si se toman en cuenta los números solamente de febrero, el mes récord, la producción fue de 237.641 toneladas de carne res con hueso, mientras que las exportaciones llegaron a 82,548 toneladas. Es decir que la participación exportadora creció a casi 35%.
Para Vilella y su equipo, es todo un éxito: “Estos números confirman una tendencia de crecimiento sostenido en las exportaciones de carne vacuna, impulsada por un cambio de política exportadora implementado por el Gobierno Nacional”, declaran en su comunicado.
Luego deliran, al asegurar que “este cambio de política ha puesto un fuerte énfasis en agregar valor a las cadenas pecuarias, especialmente en el sector de la carne vacuna. Esta estrategia ha demostrado ser efectiva, con la apertura de nuevas oportunidades en el mercado internacional y que le devuelven a Argentina su rol como un jugador clave en la industria cárnica a nivel mundial”.
Decimos “deliran” porque casi 80% de los embarques de carne vacuna en este primer bimestre han sido de cortes de escaso valor individual, provenientes usualmente de vaca conserva, que se han dirigido hacia China, mercado que además ha bajado sus valores de importación. No ha habido además en estos dos meses aperturas conocidas de nuevos mercados.
De todos modos, para el secretario de “bioeconomía” es todo festejo: “El crecimiento en las exportaciones de carne vacuna no solo beneficia a los productores y exportadores argentinos, sino que también tiene un impacto positivo en la economía del país en su conjunto. El aumento en las ventas al exterior genera ingresos adicionales que son reinvertidos en el desarrollo de la industria local, creando así un ciclo virtuoso de crecimiento y desarrollo”.
Sin equilibrio en la política de estado en materia de carne vacuna, será una vez más la historia la que juzgará quién tenía razón.
Que paguen mejores salarios los empresarios a los trabajadores, acaben con los subsidios ya Los productores tenemos que recibir precio pleno y no regalar nada a los intermediarios parasitos. Para dolarizar, los productores deberiamos cobrar lo que exportamos en dolares, rapidamente esos dolares van al mercado y se hace la rueda virtuosa.
Una rueda virtuosa entre garcas…
No seas resentido, no te queda bien.
Hay que desarrollar la exportaciones de otras carnes q tenemos materia prima con que darles de comer y la transformaria en un producto de mayor valor agregado y crearian mas puestos de trabajo director e indirectos.
Es entendible el punto de vista de los productores. Así y todo creo que (más allá de las distorsiones y corruptelas inherentes a la cupificación) no podemos dejar de pensar el modo en que se alimenta adecuadamente a las infancias indigentes. Sin “carne” (histórico consumo argentino) y sin educación accesible tendremos un país más invivible aún.