La sequía se alarga y pone en riesgo la economía de los productores y la disponibilidad de divisas el año que viene que además es electoral. La política, al menos por viveza o beneficio propio, debería cuidar de quien genera buena parte de los recursos tributarios y finalmente alimenta la burocracia, pero ese mensaje no llega sino todo lo contrario.
“La política se va a quedar con su tajada y el productor con las pérdidas”, dijo Luis Devoto, agricultor en Santiago del Estero. Su campo está en el límite con Chaco. Del otro lado de la frontera el pueblo más cercano es Gancedo.
Devoto hace agricultura. Siembra soja, maíz y algo de algodón, un cultivo que se volvió más vidrioso debido al impacto del clima, las plagas y las falta de un mercado institucionalizado que le de transparencia al comercio.
“Se vuelve muy complicando producir con este nivel de manoteo y de saqueo al productor y a todo el interior de parte de las políticas oficiales. En las provincias hay una pobreza estructural enorme y por eso también tenemos gran desaparición de productores en las últimas décadas”, sostuvo el agricultor.
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Devoto dijo que uno de los problemas más serios que atraviesa el sector, además de la escasez de lluvias, es el desdoblamiento cambiario. La cosecha se cobra con al dólar oficial y además se le restan los derechos de exportación, “pero los insumos no van al dólar oficial, y esa diferencia cambiaria es un detonante para el productor”, aseguró el agricultor.
“En lugar de dejarnos trabajar, los políticos nos dicen: trabajen que nosotros vemos cómo les sacamos la plata”, se quejó.
La sequía no hace más que agravar los castigos que imponen la política y la falta de ayuda para sostener a los productores en el sistema o, lo que sería más deseable todavía, promover futuras inversiones.
En la zona de Devoto no caía una lluvia importante desde marzo, y recién en octubre recibieron cerca de 50 milímetros. “Es nada, la napa sigue muy baja. En mi campo el pozo es de 30 metros y la tengo (a la napa) a 10. Hay otros casos donde está a 20 metros del suelo”.
En la región los rindes suelen ser dispares, dependen de las lluvias, pero en líneas generales explicó que rondan los 3.000 kilos de soja, los 7.000 de maíz y los 800 kilos de fibra de algodón. Pero esos registros parecen muy altos para las condiciones climáticas de esta campaña.
Mientras sigue aguardando lluvia y se queja de la desatención de la política, este productor está difiriendo la fecha de siembra. “La realidad es que voy a especular con las fechas de siembra, siempre sujetos al tema de precipitaciones y dejar que el cultivo en enero sea pequeño y que su demanda sea menor y llegar a febrero y marzo, esperamos tener lluvias en esa época para tener cosecha. Los pronósticos de largo plazo son preocupantes, la inversión es grande y también el riesgo”, finalizó.