Los precios de la hacienda acumulan una significativa suba en los últimos meses, que se vuelve más llamativa si se tiene en cuenta el contexto económico de la Argentina, en el cual cae el consumo de diferentes bienes. Los argentinos parecen dispuestos a renunciar a muchas cosas pero no al consumo de carne vacuna, aunque eso se refleja más en el producto en la góndola que en la hacienda.
Si se comparan los precios del ganado que se vendió en el Mercado de Liniers en la primera semana de noviembre con los que se lograron en la semana que está terminando, se concluye que los novillos aumentaron 21%, los novillitos 23% y las vaquillonas 24%. Son las categorías ganaderas que alimentan sobre todo el mercado interno.
Mientras tanto, el precio promedio de las vacas cayó 4,5% en ese mismo período, revirtiendo así la tendencia de los últimos 2 años. Esa categoría registró los mayores incrementos de precios gracias a la expansión de la demanda desde China, que se convirtió en el primer cliente del país al llevarse hasta 75% de lo que exporta la Argentina y el 40% de lo que vende el Mercosur.
Con respecto al resto de las categorías que tienen como principal objetivo atender a la demanda interna, la explicación para la mejora de los precios hay que buscarla por el lado de la restricción de la oferta. Estamos transitando la época del año en la cual la oferta de ganado terminado a corral, demandado por el sector de la población que todavía conserva cierto poder de consumo y que no quiere renunciar a sus niveles de ingesta del producto.
El mercado ganadero hace tiempo quedó segmentado. La vaca va a la exportación principalmente, el resto al consumo. Según la calidad y terminación de la hacienda se vende a diferentes sectores de la población, reflejando lo que pasa en la sociedad.
Pero si la hacienda aumentó 25% en promedio en los 3 meses, más lo hizo la carne en el mostrador. Según el último informe del IPCVA en enero el promedio de los cortes vacunos llegó a los 325 pesos, lo que significa una suba respecto de diciembre de nada menos que del 7,5%. Con respecto a enero de 2019, el alza al consumidor llegó a 60%, ganándole claramente a la inflación.
En tanto, la carne de pollo también le ganó al promedio de los precios de la economía. La suba fue de 58% interanual. Pero la más beneficiada, según ese relevamiento, ha sido la carne de cerdo, ya que el pechito aumento en el último año un 63%.
Los cambios en los precios del último mes amplían la brecha entre la carne vacuna y la de pollo. Si en 2019 con 1 kilo de asado se compraban 2,9 de carne de cerdos ahora se consiguen poco más de 3 kilos.
La suba de precios se produce aún cuando el abastecimiento de los tres productos sigue siendo importante. Los datos oficiales dan cuenta de que el abastecimiento de carne vacuna terminó el 2019 en 51,5 kilos por habitante y año, aunque sería mayor en el inicio de 2020 debido a la caída de las exportaciones a China. Por su parte el consumo de pollo suma otros 43 kilos de carne y el de carne porcina otros 15 kilos.
La suma da nada menos que 110 kilos por habitante, de todos modos un nivel elevado en cuanto al consumo de proteína animal por habitante.