Por la pandemia de Covid-19 el mundo del entretenimiento se puso en pausa y los productores de maíz pisingallo, la variedad que se utiliza para hacer pochoclos, debieron girar el timón. Con el cierre de cines, parques de diversiones y ferias, los integrantes de la Cámara de Maíz Pisingallo (CAMPI) se enfocaron hacia el mercado hogareño.
Sergio Casas, presidente de CAMPI, explicó a Bichos de Campo que las exportaciones se reconvirtieron pero que continúan con su ritmo habitual: de lo destinado a la industria del entretenimiento, el 100% giró al consumo del hogar en todas sus formas. Esto contempla los paquetes para microondas, los pochoclos “ready to eat” o las bolsas de medio kilo para preparar en casa, que se venden en los canales habituales como despensas, supermercados y distribuidoras.
Argentina es el primer exportador de maíz pisingallo a nivel mundial. El 95% de su producción, que tiene lugar en provincias como Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Salta, se distribuye en más de 110 países. Por año se exportan entre 200 y 220 mil toneladas, superando así a Estados Unidos, que tiene entre 100 y 120 mil toneladas anuales, y a Brasil que produce entre 40 y 60 mil. Al mercado interno solo se destinan entre 6 y 9 mil toneladas, ya que el consumo de este producto no es aquí tan popular como en otros países.
“Se cambió el perfil de nuestros compradores”, dijo Casas, y reconoció que durante las primeras semanas creyeron que el impacto sería negativo pero que naturalmente el volumen exportado se compensó.
No ocurrió así con los dólares obtenidos por tonelada embarcada, ya que las ventas al mercado del entretenimiento se llevaban usualmente un mayor valor. El maíz pisingallo se vende en función de su capacidad de expansión y los cines, por ejemplo, pagan precios más altos porque exigen un pochoclo –o pop corn- de mayor dilatación. Un mínimo de expansión sería entre 38 y 40 centímetros cúbicos por gramo, y un máximo de entre 46 y 50 centímetros para el popcorn tipo Butterfly/Mariposa, que es el que más se consume en el mundo.
La CAMPI pregona el concepto de originación inteligente: producir ni más ni menos de lo que el mercado necesita en calidad y cantidad. Esa estrategia, que se sostiene en base a contratos previos a la siembra con cierto número de productores, “nos protege de tener excesos de producción que luego, si no se colocan, generan presiones de venta, baja de precios y destrucción de valor”, remarcó Casas. El directivo consideró que ese modo de organización de la producción fue una de las razones por las que no fueron a pérdida en este período tan difícil para todos.