En 1919 el abuelo de Jorge Uribe se instaló en Riglos, provincia de La Pampa. En aquel entonces, la actividad principal de la región era la cría ovina, y ofrecía una buena ocupación a aquellos migrantes que llegaban a nuestro país escapando de guerras, que se desarrollaban en Europa.
De hecho, de ahí llegó el ancestro de Jorge, y es por eso que hoy se lo conoce como el “Vasco” Uribe, dado el origen de su familia, que pobló aquellas pampas y comenzó algo que difícilmente hubiesen soñado en ese entonces: Su nieto, el “Vasco” Jorge Abel Uribe, se encargó de llevar ese inicio a una empresa exitosa, que hoy lo mantiene al frente de una cabaña Hereford.
Manteniendo la tradición familiar, 100 años después de que su abuelo toque tierra pampeana, el Vasco sigue con la cría animal y la ganadería, pero siguiendo la transformación que la propia provincia hizo. Del origen ovejero de entonces, la actividad predominante de la zona fue la ganadería bovina, y ahí fue su padre quien hizo ese click, y acompañó la diversificación pampeana. “Hoy la lana no paga ni la esquila”, admite el Vasco.
Con el advenimiento de la agricultura en La Pampa, el este de la provincia se empezó a parecer más a la zona núcleo, donde la exclusividad de la ganadería dejó paso a planteos mixtos, y hoy no resulta raro ver campos sembrados para cosechar granos, en medio de esa postal ganadera.
Ese advenimiento coincidió con el cese de actividades del padre de Jorge, quien en 2003 quedó al mando del establecimiento, quien siguió el ejemplo del padre, y una máxima que lo llevaría a crear Cedro Azul, la cabaña de la raza al mando de Uribe: “Tener animales buenos, decía mi viejo”. cuenta el “Vasco” a Bichos de Campo.
“Mi abuelo todo lo que adquirió fue con la oveja. Pero él tuvo 11 hijos y a todos le dejó un cachito de campo. Entonces a mi padre cuando se independizó, siempre le gustó tener animales pampas, o sea Hereford. De ahí salí yo”, recordó.
Desde el 2003, el desvelo del productor con “los verdaderos boinas blancas”, como le gusta llamarle a esta raza, es lograr una buen carne a pasto natural. “Hacemos toros puros registrado y después hacemos novillos, específicamente el novillo pesado, porque esta raza se adapta muy bien para hacer eso, contó Uribe.
“Ya teníamos un buen rodeo de animales Hereford, porque veníamos adquiriendo por mucho tiempo animales de primera línea. Así iniciamos la cabaña y nos escribimos en la asociación, que ya está por cumplir 100 años”, señaló el productor.
Mirá la entrevista completa a Jorge Abel Uribe:
Sin embargo, Uribe, además de convertirse en cabañero, tuvo que adaptarse a la nueva forma de producir en La Pampa. Allí junto a su exquisito rodeo, también le ha tocado incorporar la agricultura, como a la mayoría de sus pares ubicados al este de la provincia.
“Nosotros hacemos algo de agricultura, pero en la zona que estamos ubicados nosotros, que es al suroeste de Miguel Riglos, llevamos varios años de mucha seca, acá las precipitaciones son muy escasas. Este año tuvimos un verano malísimo, sin precipitaciones, con altas temperaturas y muchísimo viento”, lamentó Uribe.
Siguió diciendo a este medio el Vasco: “Muchos de los granos que hemos hecho, han sido para darle de comer a los animales y poderlos salvar. Por ejemplo, para el novillo, poderlo terminar de suplementar, porque yo hago todo totalmente a campo. Son toros rústicos totales, porque la raza Hereford es una de las razas que se destaca por su mansedumbre”.
– Son bien rústicos…
-Son verdaderos 4X4. Lo vas a encontrar tanto en el sur como en el centro, en el norte, en cualquier lado y a cualquier lado se adaptan. Mi satisfacción más grande es que la han llevado a la zona oeste, a extensiones muy grandes y no han tenido problemas. Los animales han sido adaptados tranquilamente.
-Se te escucha apasionado por la Hereford…
-Y si lo llevo adentro, mi corazoncito siempre fue Hereford. A mi padre le gustaba muchísimo y bueno a mí también, a toda la familia. Todos somos fanáticos del Hereford. Nuestra cabaña se llama Cedro Azul, porque cuando mi padre hizo la casa nueva, fueron a un vivero y el dueño del vivero le mostraba para poner plantitas, un cedro azul, lo compraron y lo pusieron en la ventana de la cocina. Y a eso se debe el nombre.