Mauricio Macri se enteró este lunes, de boca de los principales actores de la cadena triguera, cuáles son las razones por las que no resultaría conveniente aprobar (si siquiera de manera “condicionada”) el nuevo trigo transgénico con resistencia al stress hídrico desarrollado por la empresa argentina Bioceres.
Macri decidió intervenir en esta controversia -que despierta polémica dentro del propio sector agrícola y hasta divide hasta a los funcionarios de gobierno-, tironeado por los múltiples intereses que hay en juego. Fuentes que siguen el caso contaron que al principio de la reunión parecía decidido a zanjar la situación a favor de la empresa argentina que también desarrolló la primera soja transgénica, la HB4, en conjunto con el Conicet. Pero con el correr de los minutos fue perdiendo los bríos.
Finalmente el Presidente decidió crear una mesa de trabajo que evaluará la posición de todos los sectores, y que debería expedirse en un plazo de 60 días.
Bichos de Campo viene contando esta historia desde noviembre, cuando la empresa Bioceres anunció una serie de presentaciones a campo de su nuevo trigo transgénico HB4, que como la soja aprobada en 2015 tiene dentro un gen del girasol que le confiere a los cultivos una mayor tolerancia a la sequía. Luego de eso entrevistamos a todos los sectores en pugna. Incluso fuimos a la presentación realizada en Pergamino e hicimos un programa especial:
Para el momento de su lanzamiento, el trigo HB4, que también contiene resistencia al herbicida glufosinato de amonio, ya había pasado sin trauma por dos de los tres filtros que funcionan en la órbita de la Secretaría de Agroindustria para a aprobación de cualquier evento transgénico. Recibió el aval de la Conabia y luego el del Senasa. Pero todo se trabó en los despachos políticos del ex ministerio, que deben realizar la evaluación del “riesgo comercial” de cada uno de los granos modificados.
Ver Los molinos sobre el trigo transgénico: “Si implica no venderle a Brasil, ¿cuál es el negocio?”
En los despachos cercanos al ex ministro Luis MIguel Etchevehere se prestó especial atención a la posición de la cadena triguera, que advirtió que la Argentina podía perder mercados de exportación (en especial Brasil) para su trigo por la aprobación de esta variedad transgénica. En este argumento cerraron filas todos los eslabones: desde los socios de ArgenTrigo (entre ellos muchos productores), a la Federación de Acopiadores, a la Federación de la Industria Molinera (FAIM) y al Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC).
Para Bioceres, empresa creada en 2001 por varios socios de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), esa decisión fue un mazazo, incluso porque para el desarrollo comercial de este OGM se habían asociado con una empresa líder en el mercado triguero mundial, la francesa Florimond Desprez. Para dar una señal a sus inversores, ellos esperaban al menos una aprobación del trigo HB4 “condicionada” a la opinión final de los mercados de destino de la Argentina, como ya sucede con varias sojas, incluida la de Bioceres.
¿Qué quiere decir? La fórmula permita a Agroindustria autorizar un nuevo cultivo OGM, aunque recién se permite su utilización efectiva a campo cuando la firma que lo desarrolló obtiene el compromiso de los países importadores de que aceptarán esa variedad. En el caso de la soja, hay varios transgénicos que esperan el aval de China. En el caso del trigo, el aval final debería llegar de Brasil y otros mercados que compran el saldo exportable del cereal, de unas 13 millones de toneladas por año.
Según fuentes consultadas, Macri arrancó la reunión del lunes envalentonado con esta posibilidad: una aprobación condicionada. Peor luego escuchó las razones de cada uno de los eslabones de la cadena triguera que se oponen porque dicen que sería muy riesgoso hacerlo, ya que la Argentina no tiene capacidad de segregar sus trigos y que una pequeña “fuga” de ese material genéticamente modificado podría poner en peligro toda la estantería. Esto, a escala global, ya el sucedió a la empresa Syngenta con el maíz GA21. El costo fue multimillonario.
De allí que finalmente, y a pesar del fuerte lobby mediático para exponerlo a favor de la aprobación de esta tecnología agrícola, el presidente Macri decidió patear la pelota para adelante y sugirió conformar una mesa de trabajo que evalúe todas las posibilidades. Esta mesa debería expedirse en abril próximo.
La reunión con Macri, que habría sido pedida por el propio Luis Miguel Etchevehere, intentó desactivar algunos desacuerdos que provoca este tema dentro del propio gobierno. Bioceres tiene avales incluso dentro del gabinete nacional, ya que el secretario de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, también se mostró abiertamente a favor de que se aprobara esta innovación “made in Argentina”.
A la reunión con Macri, el presidente de Bioceres, Federico Trucco, llegó acompañado por un peso pesado de la agricultura local, socio fundador de la compañía, Gustavo Grobocopatel. También participaron del encuentro el presidente del INTA, Juan Balbin; el de FAIM, Diego Cifarelli; el de ArgenTrigo, David Hughes; el del Ciara-CEC, Gustavo Idígoras, y el jefe de Gabinete de Agroindustria, Santiago del Solar.