Con 46 años, el productor y contratista Mariano Mateo, tercera generación que trabaja en el campo familiar en el partido de 9 de Julio, recuerda haber escuchado de chico muchas historias sobre fantasmas. Una de ellas le daba particular miedo, aunque no hablaba de espectros ni de actividad paranormal, sino de un famoso camino rural de la zona, que es el acceso más directo hacia su establecimiento.
“El fantasma” es como llaman todos los vecinos a ese camino, que en todos los registros figuraba como asfaltado y mantenido, pero que a duras penas es de tierra y que ahora está intransitable por las aguas acumuladas. Así, desde hace décadas. Mete miedo, y es el mejor sinónimo de la desidia estatal que se vive en la zona.
Mariano nos cuenta esa anécdota que todavía da vueltas en su cabeza mientras recorre junto a Bichos de Campo la zona de La Niña. El pueblo donde nació y se crió ha quedado rodeado por el agua una vez más, tras las lluvias acumuladas las últimas semanas, pero que vienen desde marzo. Hasta allí solo se puede acceder ahora por otro camino de tierra al que le dicen “el alto”, porque corresponde a la red de vías férreas que hicieron los ingleses hace cien años. “El fantasma” no tuvo la misma suerte, pero el contratista, de todos modos, toma valor y nos conduce por esa vía inundada en muchos tramos.
La denominación del camino da vueltas porque nada ha cambiado. Al igual de lo que le sucedió de chico, Mariano podría ahora contar historias de fantasmas, que tendrían como principal protagonista al municipio, cualquiera sea su signo político. Las décadas de abandono son las que configuran este triste cuadro que bien podría ser un thriller de Netflix: Caminos intransitables, campos inundados y familias varadas.
Lo que más bronca le da al productor es que lleva una vida pagando impuestos y cumpliendo con las tasas viales aplicadas desde la Municipalidad, sin recibir casi ninguna contraprestación a cambio. También lleva un vida sin haber visto jamás una motoniveladora hacer el mantenimiento del camino de acceso a su propio establecimiento. Es un camino vecinal que sale desde el propio “Fantasma”, pero que aparece cubierto de pasto y barro. “Desde la década del 80 que acá no entra una máquina, y como este camino hay un montón en 9 de Julio”, señaló.
“De los errores se aprende”, reza un viejo dicho. Pero este refrán parece que no aplica para los gobiernos de 9 de Julio que, a pesar de las terribles experiencias de las inundaciones de 1987 y el 2001, no han aprendido la lección. Todos coinciden aquí que la prioridad no era hacer nuevas obras, sino sencillamente se necesitaba mantenerlas, especialmente durante los años secos, que han sido muchos últimamente. Esa tarea que no se hizo a tiempo en las campañas y ahora esa desidia muestra sus consecuencias.
Mirá la entrevista completa con Mariano Mateo:
“No hay un camino mantenido, no hay una alcantarilla destapada, no hay un canal drenado”, se lamenta Mariano. Al igual que muchos otros productores con los que ha hablado Bichos de Campo, insiste en que más que exceso de lluvias lo que ahí hubo abandono estatal.
Sin ánimos de exagerar, bien podría hablarse de injusticia social. Porque tener caminos en buen estado no es sólo el reclamo de los chacareros que quieren visitar sus campos o mover la producción, sino de otros trabajadores y familias que necesitan transitarlo para vivir su día a día. O de muchos docentes, que en estas situaciones no pueden abrir los colegios.
“¿Qué hicieron con la plata de la red vial y de los impuestos? Es una pregunta que nos hacemos todos y que la deberían responder ellos”, señaló el contratista.
Esta nueva situación de emergencia motivó a que se hagan encuentros entre las autoridades del municipio y los vecinos, que reclaman no haber recibido contraprestación por todas las tasas que afrontan. La intendenta María José Gentile, que no es peronista sino del PRO, sólo les recordó que los tributos están para pagarse, y que eso no será negociable.
“Si los impuestos están para pagarse como lo hago yo, lo hizo mi mamá, y lo hizo mi abuelo, este camino no debería estar en las condiciones que está”, replicó Mariano.
Si volvemos a lo paranormal, tal vez lo único que les queda es esperar alguna solución fuera del plano lógico. porque con un 60% del partido bajo agua, y tanto daño generado, todo trabajo que se haga ahora sólo va a ser paliativo e improvisado.
“Cualquier obra que se haga ahora estará mal hecha, porque trabajando arriba del agua es imposible hacer algo como corresponde. Lo único que se hace es improvisar y tapar parches”, aseguró el productor.
Mariano Mateo graficó la desidia estatal en uno de los tantos caminos recorridos:
Si muchos de los caminos rurales hoy parecen canales navegables es porque los trabajos de la maquinaria terminan empeorando la situación, en vez de arreglarla. El constante paso de la máquina para ocultar los pozos va dejando esos caminos a muy bajo nivel. “Es una falta de criterio total”, dice Mariano.
El hecho es que cuando pasa la motoniveladora deja taludes de tierra a ambos lados del camino, y cuando llueve y este se llena de agua, esos montículos funcionan como murallas que evitan el escurrimiento. Y eso es tan insólito como evitable, porque con sólo devolver esa tierra al camino se elevaría el nivel y se evitaría tanto anegamiento.
En la mayoría del partido, y esto se repite en muchos otros lugares, finalmente la altura del camino rural está por debajo de los niveles de los campos.
“Si lo que querían hacer era un canal lo lograron. Está muy bien hecho”, lanzó el contratista, que se refugia en un poco de humor para hacer frente a estos molinos de viento.
El interrogante abierto no es únicamente cuándo recuperarán esa incipiente y deficitaria infraestructura rural, sino qué es lo que pasará con la producción. Con una siembra de trigo aún sin comenzar por las inundaciones, y parte de la cosecha gruesa ya perdida en algunos campos (o que no se puede sacar), el panorama por delante es incierto.
“Esto es un parate económico muy grande, del que va a costar mucho levantarse”, señaló Mariano, que siembra forraje y además brinda un servicio de transporte de camiones, hoy muy afectado por la situación.
La cuestión está en cuánto interés hay desde la política en que esto deje de ocurrir de una vez por todas, para que vecinos y productores dejen de agarrarse la cabeza tras una temporada de lluvias cada algunos años.
El fantasma reaparece en la desidia de los funcionarios de turno. Y en ese plano de lo irreal, Mateo también elige pensar en una respuesta sobrenatural a los problemas que paceden. “Dios dirá cuándo se van a solucionar las cosas, porque desde el Estado tampoco lo vemos”, aseguró el productor.