La Mesa de las Carnes ya se reunió ocho veces con el presidente Mauricio Macri y para este lunes 28 está prevista la novena reunión de la saga. Al principio parecía todo sencillo, porque el kirchnerismo había hecho tanto destrozo en la política ganadera que todos los sectores que integran la mesa estaban de acuerdo. Pero ahora han comenzado a aparecer nuevos problemas, en los que el consenso no parece tan sencillo. Por eso florecen las rencillas internas dentro del bloque conformado por unas treinta entidades de la cadena y varios organismos nacionales que tampoco suelen tener una comunicación aceitada entre ellos.
La Mesa de las Carnes ingresó en un laberinto del que no resulta fácil escapar. Debe volver a definir una agenda de asuntos de interés para toda esta actividad. Y que esa agenda esté a la altura y convoque la atención del mismísimo presidente de la Nación, cosa de no molestarlo con minucias ni discusiones domésticas que deberían estar saldadas antes de sentarse a conversar con él.
¡No vaya a ser cosa que Macri se canse de la cadena y no lleguemos nunca a la décima reunión!
“Hay una norma: que al presidente se le llevan los temas donde hay consenso”, dijo el titular de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Dardo Chiesa, en declaraciones recientes a Canal Rural. Chiesa contó una anécdota de una reunión previa que, según él, les dio vergüenza ajena a todos. Sucedió cuando un representante de los matarifes planteó directamente ante Macri que “se les permitiera vender sin boleta (factura) a las carnicerías”, debido que este segmento minorista usualmente no aceptaba facturar. “Es el mayor papelón que yo pasé en mi vida de dirigente gremial”, exageró el ruralista.
Las palabras del dirigente de CRA provocaron que la flamante Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores (CAMyA) emitiera un comunicado para “ratificar su compromiso con la transparencia y formalización de todos los eslabones de la cadena de comercialización de carne vacuna”.
Ver Se cierra el cerco de control sobre las carnicerías: ahora deberan inscribirse en el RUCA
“Las dificultades que se están presentando en la regularización del comercio minorista no deben llevarnos a renunciar al objetivo, ni a generar discusiones entre los sectores que sí se encuentran mayormente formalizados. Desde CAMyA hemos presentado humildemente nuestras propuestas y hemos manifestado nuestros pareceres respecto a otras medidas, siempre con respeto y desde nuestro conocimiento de la comercialización del producto. Nunca hemos manifestado posiciones personales o propuesto medidas ilegales. Si hemos manifestado que determinadas medidas podían atentar contra los avances logrados”, explicó esa entidad sobre aquel episodio.
En realidad, lo que está anécdota muestra es que la Mesa, y el presidente Macri como parte de ella, deben resolver urgentemente el intríngulis que se armó al avanzar paulatinamente con medidas para ir blanqueando la cadena. Al llegar a las carnicerías, muchas de ellas están en manos de monotributistas que no quieren facturar, porque eso los obligaría a anotarse ante AFIP como responsables inscriptos (con un par de medias reses por semana, ya les corresponde pasar a esa categoría impositiva).
Hasta ahora, los que pierden con este escenario son algunos frigoríficos y matarifes que le venden la media res a esos carniceros, pues ellos supuestamente cumplieron y trabajan en la formalidad, pero a la hora de vender se ven forzados a volver al negro. El problema es que la AFIP, sin consultar demasiado a nadie ni requerir consenso, puso en marcha en diciembre el Remito Electrónico de Carnes (REC) y puede verificar cada una de las operaciones. Y si algo no le cierra, resulta mucho más fácil caer sobre el mayorista que vendió mal y no sobre el minorista que compró del mismo modo, ya que estos se cuentan de a miles.
Esta situación, que desde hace meses hace crujir la armonía de la Mesa de las Carnes, es la que quedó expuesta frente al propio presidente. Pero también es conocida por quienes coordinan técnicamente el trabajo. Víctor Tonelli, en diálogo con Bichos de Campo, explicó que “el comercio minorista es la batalla final de la formalización de la cadena”. Y apuntó que “el Estado debe inducir a los monotributistas a inscribirse. Y si no puede ser monotributista (por su volumen de facturación), o bien se inscribe como responsable inscripto o bien se debería generar un régimen especial que considere a la categoría carnicería”.
A algunos eslabones les parece mal que el presidente Macri se inmiscuya en estas discusiones. Pero puede suceder que los que empujen a la AFIP a tomar este tipo de acciones draconianas sean quienes finalmente se beneficiarían si algunos matarifes se ven impedidos de operar, pues podrían ganar para si porciones importantes del negocio en el conurbano. Blanquear a cualquier costo, recargando la presión sobre un eslabón de la cadena, podría hacer estallar esta Mesa por los aires; aunque algunos podrían salir beneficiados
Por eso no estaría mal que el presidente Macri tome nota de esta conflicto y ordene a sus funcionarios buscar fórmulas alternativas que permitan culminar con un proceso de formalización de la cadena que fue exitoso hasta ahora, sobre todo para la recaudación de la AFIP, que literalmente más que se duplicó.
Hace unos meses, en otra de estas reuniones, Macri ordenó estudiar un impuesto final sobre las ventas de carne (de 1 peso por kilo, por ejemplo) o la creación de una categoría especial de “monotributista carnicero”. Pero en rigor de verdad nadie le llevó el apunte. Ni siquiera en la AFIP analizaron este asunto.
Sin poder salir de este callejón, cada uno en la Mesa empezó entonces a jugar su propio juego, a buscar su propio camino. Y es así que terminamos en esta escena casi patética: se deben consensuar los temas que deberían llegar el lunes a oídos del presidente.
Así las cosas, hay sectores de los frigoríficos que le ponen más acento a una medida que quedó pendiente y que es la rebaja de retenciones a los cueros. Otros actores de la industria prefieren hablar de reintegros y retenciones, porque son ellos los que exportan. Mientras tanto, los actores que representan a los ganaderos, en especial CRA y la Sociedad Rural, quieren que Macri se detenga a escuchar sus propias prioridades. Vuelven a la carga con un plan de estímulo para el novillo pesado, que se ponga fin a la política de peso mínimo de faena y hasta que se permitan las exportaciones de hacienda en pie, un reclamo que inevitablemente los enfrenta con los faenadores.
Ver En Industria se demora la baja de las retenciones a los cueros crudos que había prometido Macri
Luego del envión inicial, que implicaba por ejemplo recuperar un volumen de exportaciones razonable para la Argentina, la cadena no ha podido hasta ahora definir una nueva agenda que sea útil para el conjunto. Perdidos en el laberinto, cada sector está buscando ahora el atajo más conveniente para sus propios intereses.
Macri, finalmente la cabeza del Estado, es parte del problema y también debería ser parte de la solución a este enredo. No está mal, entonces, que se entere.