En un gesto de un autoritarismo más que peligroso, el mendocino Carlos Iannizzotto, el presidente de Coninagro, reclamó y logró el desplazamiento del titular del Consejo Regional Córdoba de esa entidad, Alejandro Butiero, solamente porque este joven dirigente decidió hacer lo que le pedían los productores de esa provincia y, un par de semanas atrás, adhirió -junto con el resto de las entidades de la Mesa de Enlace cordobesas- a la marcha de productores a Buenos Aires.
Repetimos lo que denunciaron varios dirigentes del cooperativismo de Córdoba: Iannizzotto, como titular de una entidad agropecuaria que dentro de la Mesa de Enlace se desvive clamando por más republicanismos y otras verduras, mandó echar de su cargo a un dirigente regional que, en contra de lo que le ordenaban las superestructuras, decidió ser fiel a lo que pensaban la mayoría de los productores a los que representa.
La masividad que finalmente obtuvo la marcha de esta sábado a Plaza de Mayo -con un número importante de productores pero más cantidad de vecinos de Buenos Aires que ocuparon bastante espacio de la Plaza de Mayo- demostró con total claridad que Butiero y el resto de los ruralistas cordobeses estaban en lo cierto. Y que Iannizzoto y el resto de la conducción de la Mesa de Enlace a nivel nacional, que decidió no participar de esta convocatoria, estaban equivocados.
Eso no implica que en el resto de la Mesa de Enlace sean tan malas personas como el presidente de Coninagro, que con este gesto se recibió de autoritario. Un autoritario hecho y derecho a pesar de las apariencias democráticas, pues en la última elección hasta llegó a competir en su provincia por una banca de diputado. Suerte que casi nadie lo voto, apenas poco más del 3%. Desgracia que por culpa de ello haya decidido volver a ocupar una silla en el ruralismo.
Jorge Chemes, el presidente de CRA, fue el que más desafíos recibió de su propia tropa luego de haber adoptado la misma postura: la Mesa de Enlace desaconsejó participar de la marcha planteando que no era el momento ni la oportunidad para llevarla a cabo. A Chemes lo desoyeron también todas las rurales de Córdoba, pero también la sociedad rural de Rosario y muchas de la provincia de Buenos Aires enroladas en Carbap. Hasta el actual vicepresidente de CRA, el cordobés Gabriel De Raedemaeker, estuvo en la Plaza de Mayo esta tarde, aunque evitó hacer declaraciones para no herir más las susceptibilidades.
A Chemes, suponemos, no se le ocurriría jamás hacer la gran Iannizzotto y sacar a relucir las desvencijadas jinetas frente a este tipo de decisiones.
También había varias filiales de la Federación Agraria en Plaza de Mayo, incluyendo a media docena de productores de Laguna Naineck, en Formosa, que recorrieron 1.300 kilómetros para exponer su situación. Carlos Achetoni tampoco pudo o quiso establecer una disciplina interna.
Mucho más pragmático, y previendo este desenlace, el titular de la Sociedad Rural Argentina, Nicolás Pino, estuvo desde muy temprano en el punto de reunión de los tractores en Costanera Norte, manifestando su solidaridad con quienes habían decidido marchar y justificando el malhumor de los productores. Con esta decisión, además, Pino logró neutralizar a quien aparece como su principal opositor en la próxima elección interna de la entidad, el cordobés Alejandro Ferrero, quien también firmó el comunicado que le costó la cabeza a Butiero.
Más que evidente, a esta altura del relato, que la masiva marcha a Plaza de Mayo, a pesar de su inevitable condimento opositor, ha de ser vista como una advertencia muy clara no solo por las autoridades nacionales, cuestionadas allí por la excesiva presión fiscal y el nulo ajuste del gasto público, sino también por los propios dirigentes rurales, que no supieron interpretar los anhelos de protesta y el malhumor de sus propias bases.
Que los productores están calientes y mucho más de lo que intuían sus propios dirigentes no cabe duda. De otro modo no puede suceder dos veces que grupos de autoconvocados tomen las riendas e impongan los tonos de la lucha gremial agropecuaria. La primera fue en el acto de San Nicolás del 9 de julio pasado, y en aquella ocasión se invitó a los cuatro dirigentes nacionales de la Mesa de Enlace a subir al escenario y cerrar el acto. En esta segunda oportunidad, ante su negativa a participar, el agro decidió prescindir de ellos.
Repetimos: Por primera vez desde el conflicto de 2008 los productores pudieron prescindir de tomarse un colectivo llamado Mesa de Enlace. La que está funcionando ahora marcha demasiado lento para su estado de humor y hasta quizás los lleve hacia un destino no querido.
Imaginamos que la Mesa de Enlace hará una lectura parecida y se pondrá a pensar seriamente por qué sucedió esto que sucedió. O por lo menos, tres de sus cuatro dirigentes. El cuarto de ellos ya parece no tener remedio.