Para el ingeniero agrónomo Facundo Ferraguti, experto investigador del INTA Oliveros, el hecho de que la chicharrita fuera un tema “onmipresente” en todos los encuentros donde se debatía sobre maíz, tuvo un impacto positivo en la inmediatez con la que se empezó a buscar una solución agronómica.
Por eso, como coordinador de la Red Nacional de Maíz, está casi seguro que en poco tiempo Argentina contará con un hibrido capaz de hacerle frente al vector y devolverle al productor la tranquilidad a la hora de sembrar ese cultivo. Y si bien el agrónomo se muestra optimista ante esa posibilidad, remarcó que no será de un producto resistente sino que tendría un mejor comportamiento en el combate de la plaga.
“Nosotros desde la Red Nacional de Maíz lo que estamos haciendo es tratar de caracterizar la merma de rendimiento y el comportamiento de los híbridos. Como este problema ya venía tomando relevancia en el NOA y el NEA, también las empresas de semilleros han estado evaluando genética, incluso de otros países. Todo eso ha acortado muchísimo los plazos para tener híbridos con mejor comportamiento”, dijo Ferraguti a Bichos de Campo.
No obstante, el también investigador del INTA Oliveros es de los que piensa que en materia de chicharrita no alcanza solo con la genética, sino que hay que aferrarse a un manejo integrado.
“Hablar de manejo integrado suena tan trillado como decir que no hay receta, pero es realmente lo que tenemos que hacer. Un manejo que contemple sobre todo el control del maíz guacho. De esa parte nos tenemos que hacer cargo tanto las instituciones, como los productores”, insistió.
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En este sentido, el especialista explicó que el maíz guacho, más allá de ser una especie de hostal para el insecto durante el invierno, también significa una amenaza para otros cultivos que forman parte del sistema de rotación.
“Hay ensayos hechos por colegas míos de Oliveros, donde se demuestra que el maíz guacho supone una merma de rindes para la soja, por ejemplo. O sea que el control del maíz guacho tendría que haberse hecho anteriormente ¿Qué refuerza ahora eso? El hecho de darle alimento durante el invierno a la chicharra, que solo puede cumplir su ciclo en maíz. Entonces tenemos que lograr ese famoso vacío sanitario de al menos 90 días”, indicó el agrónomo.
Y añadió a continuación: “El manejo integral consiste en controlar el maíz guacho, ir acotando las fechas de las ventanas de siembra y apoyarnos en las redes que integran la Red Nacional de Monitoreo”.
-El monitoreo en otros casos sirve para guiar las aplicaciones. ¿Puntualmente para esta plaga existen aplicaciones?-le preguntamos.
-En Brasil se hace bastante. Es un aspecto que acá estamos masticando, viendo cómo adaptarlo. Pero tampoco individualmente nos salva de nada. Si vos tenés un alto nivel de población, tampoco es que vas a controlarlo con una, dos, tres aplicaciones. Esto en Brasil se maneja con aplicaciones secuenciales bastante seguidas, que por una cuestión de márgenes en nuestros campos no lo podemos hacer. Localmente estamos generando información y viendo cómo adaptar eso acá. Pero no es una única práctica la que nos va a salvar. Es lo último de la pirámide de las cosas que muestran impacto sobre el control de chicharrita.
-Insitís con que no hay una única receta. ¿Tampoco es posible una solución para este año?
-No hay recetas, pero tampoco es que estemos tan desamparados. Es muy importante valorar el esfuerzo. Hemos reaccionado a tiempo con información científica generada en muy poco tiempo, también con integración a nivel de instituciones. Por ejemplo, la Red Nacional de Monitoreo tiene sus cosas positivas y creo que fue importante que hayamos reaccionado tan rápido.
La verdadera chicharrita es el gobierno. El impuesto a los combustibles no para de subir.