En la Argentina los inventos disruptivos han sido notables y tal vez esto no se condice con nuestro actual pasar. Desde la identificación por huellas digitales -Juan Vucetich, 1891-, la transfusión sanguínea -Luis Agote, 1914-, hasta el bypass cardíaco de René Favaloro en 1967, el mundo se ha visto sorprendido por el ingenio argento. En cuanto a la maquinaria agrícola, también fue uno de los nuestros quien dio un revolucionario salto evolutivo hacia la cosechadora, tal como hoy se la conoce. Es que Alfredo Rotania hizo por primera vez una máquina automotriz, que se movía por sus propios medios sin necesidad que la tire un tractor o una yunta de caballos.
Corría 1929, el mundo entraba en crisis, y desde un taller en Sunchales, Santa Fe, un inmigrante italiano se daba maña para mover una máquina y que a su vez funcione como trilladora con el mismo motor. La misma la montó sobre un motor Hércules y un diferencial Chevrolet. Poseía un frente de corte de 4,5 metros que le ofrecía una capacidad de trabajo de 15 hectáreas por día, teniendo en cuenta que por aquel entonces los trigos rendían 1.200 kilos por hectárea en promedio.
La reliquia cumplió 90 años y gracias a la dedicación de la empresa alemana Claas, con su subsidiaria en el país, la restauraron dejándola a punto para que pueda volver a trabajar como en los viejos tiempos. Y en conmemoración de su 90 aniversario, llevaron a cabo una demostración en la localidad de Balcarce la semana pasada. Una verdadera fiesta para todos los amantes de los fierros.
Reynaldo Postacchini, director de Claas Argentina, es un apasionado de la tecnología aplicada al campo y ponderó mucho el valor de Don Alfredo Rotania por eficientizar la cosecha en aquel momento. “Esto muestra que nuestros predecesores eran muy hábiles y hasta grabaron la patente internacionalmente. Una herramienta que dio un gran salto, ahorrando combustible y eficiencia en movilidad”, destacó a Bichos de Campo.
“Hoy la vimos funcionar y se la bancó perfecto. Eso que le hicimos comer cinco veces más trigo para el que fue diseñada. Es notable la capacidad de limpieza, el grano sale más limpio que con las máquinas actuales”, apuntó Postacchini.
Aquí la entrevista completa con Reynaldo Postacchini:
Esta máquina no posee tolva, el grano trillado es elevado y descargado en bocas que se pueden abrir y cerrar, para ir llenando bolsas de arpillera. Con dos operarios como mínimo allí arriba, uno que sostiene mientras se llena y el otro que cose el saco ya lleno y lo deposita en el tobogán hasta que caiga al suelo.
“Allá en Alemania noto un gran respeto hacia nuestros inventos. Pensá que Claas (que existe desde 1913), desarrolló su primera máquina autopropulsada en 1953, 24 años después. Los argentinos hemos sido pioneros en los desarrollos, fuimos el tercer país del mundo en desarrollar un avión a reacción (luego de Alemania y Estados Unidos), hoy todas las fábricas de aviones están cerradas”, se lamentó Reynaldo.
“La capacidad intelectual y de producción está intacta. Necesitamos reglas claras y estabilidad de producción para sacar este país adelante. Si el productor cuando ve reglas claras es el primero que invierte. Pero hoy no sabemos dónde queremos ir”, detalló.
Desde 1975 a 1985 existieron en el país 15 fábricas de cosechadoras, todas dentro de Santa Fe y Córdoba. Rotania figuraba a la vanguardia. Hasta que en la década de los ’90 con la apertura indiscriminada de importaciones, cerraron la gran mayoría, incluida esta pionera. Hoy ya ni una fábrica local existe, al quebrar Vassalli.