Mientras los primeros años de la pandemia generaron condiciones favorables para llevar a la exportación foresto-industrial a niveles históricos, hacia mediados del 2022 el panorama dio un giro de 180 grados y las ventas al exterior cayeron en forma considerable. Entre los principales motivos está la caída de los precios internacionales, la disminución del consumo por parte de los principales mercados externos (Asia y Estados Unidos) y la economía local, con un dólar oficial que no acompaña la inflación.
Esto motivó a que la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (FAIMA), junto a las 28 cámaras asociadas que representa en las distintas partes del país, realizara un diagnóstico de la situación y pidiera medidas urgentes al estado nacional ante una “grave crisis que podría derivar en despidos” en el corto plazo.
El sector maderero en Argentina genera cerca de 60.000 empleos en forma directa y otra igual cantidad en forma indirecta, llegando a aportar cerca del 1.7% del PBI nacional. La industria y su cadena de valor abarca casi en su totalidad a pymes (98.7% según un reciente relevamiento). Además aporta el 7,3% del valor agregado de toda la industria nacional.
Según estadísticas de FAIMA, en el territorio nacional se producen 60 millones de pies cúbicos de madera, principalmente en el NEA, pero el mercado interno solo tiene capacidad para consumir 40 millones, lo que supone un excedente de 20 millones.
“Desde hace un semestre el mercado externo tiene una fuerte caída, hay una baja considerable de los precios en dólares y países como Estados Unidos ya están sobre stockeados de los productos que fabricamos en Argentina”, explicó Román Queiroz, presidente de FAIMA.
Por esta situación, el titular ya informó que hay aserraderos medianos y chicos de Misiones, Corrientes y Entre Ríos que se encuentran sin operar desde fin de 2022 y completamente sobrestockeados.
“Estamos trabajando al límite de los costos. Muchos aserraderos están parados y si no encontramos una solución en el corto plazo empezarán a haber despidos”, alertó.
A esto se le suma un mercado interno con recesión y la imposibilidad de importar insumos, “con plazos de pago a 90 o 60 días y proveedores que no ofrecen financiación”.
¿Qué reclamaron desde el sector? En primer lugar la regularización del ingreso de insumos y maquinarias y de los pagos al exterior, hoy regidos por el Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA).
En segundo lugar se mencionó la necesidad de obtener un dólar más competitivo para exportar, y la quita de retenciones que hoy rondan el 4.5%. También sugirieron que una exención de las obligaciones patronales por seis meses, a través de un programa de subsidios estatales, ayudaría a alivianar la situación de las empresas
Finalmente, pero no menor, FAIMA exigió el cumplimiento del compromiso asumido por las autoridades en 2017 para construir viviendas sociales en madera (se había acordado que sería para un 10% de las viviendas planificadas), proyecto que nunca llegó a cumplirse y que para el sector supondría colocar los excedentes de esta materia prima.
“Nuestra vida a partir de ahora debe ser sustentable. Ayer era posible, hoy es tarde y mañana ya no existe. Hay que empezar ahora, porque con los 20 millones de pies que hay de sobra podrían construirse unas 2.000 casas de madera por mes”, señaló Daniel Vier, vicepresidente de esa entidad.
Para el sector esta opción sería la más viable para absorber la cantidad de madera remanente que existe en el país, y podría dar respuesta a un déficit habitacional que no hace más que crecer. Desde FAIMA aseguraron que los stocks permitirían construir hasta 100 casas por mes en cada provincia.
Es importante recordar que en Argentina el déficit de viviendas ronda las 4 millones de unidades, y que muy pocas construcciones emplean la madera como insumo, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos y Europa donde la proporción de viviendas de madera asciende al 50% u 80% dependiendo el caso.
Si sobra madera… pongamos otra papelera y chau sobrestock…..
Si bajan el costo de la madera procesada para construcción. Aumentaría la demanda de la misma y por ende los niveles de ventas.
Pero esa lógica nunca se aplica, es más fácil pedir subsidio o que el estado alteré artificialmente la demanda a través de que el mismo compré caro el excedente de stock.