Argentina es el país occidental que más castiga a su sector agropecuario en un contexto global en el cual la mayor parte de las naciones del mundo ayuda a sus productores para garantizar la seguridad alimentaria y consolidar la oferta exportable de productos agroindustriales.
Tal conclusión puede visualizarse en el último informe anual de monitoreo de políticas agropecuarias publicado por OCDE, donde se advierte que, entre 54 naciones evaluadas, en el período 2020/2022 el promedio anual de ayudas oficiales destinadas al agro fue de 851.000 millones de dólares, una cifra que representa en el período el 9,8% del ingreso total de las empresas agropecuarias.
En 2022 la extracción de recursos realizada por el Estado al agro argentino fue en promedio –según estimaciones de OCDE– del 13,2% versus el 19,7% en 2021, una reducción que no se explica por un cambio de política sino por el menor peso relativo de la misma en un contexto de precios internacionales sostenidos de los principales commodities agrícolas.
De todas maneras, el informe aclara que la estimación correspondiente a la Argentina podría estar subvalorada por una distorsión cambiaria difícil de cuantificar para un estudio a escala global.
“Los controles cambiarios vigentes desde 2019 han dado lugar a una brecha cada vez mayor entre el tipo de cambio legal (llamado oficial) y otros tipos de cambio de mercado. Las exportaciones agrícolas se liquidan al tipo de cambio oficial, que es inferior al resto y eso implica una reducción adicional del precio en pesos argentinos que reciben los agricultores”, remarca el informe.
Ucrania, país invadido por Rusia desde febrero del año pasado, registró –según OCDE– una extracción de recursos al agro equivalente al 2,6% de los ingresos generados por ese sector en 2022.
Es decir: la extracción de recursos realizada por el Estado argentino el año pasado a sus productores fue en términos proporcionales más de cinco veces superior a la instrumentada por el gobierno ucraniano a pesar de tratarse de un país que no está atravesando ningún conflicto bélico.
En lo que respecta a Brasil, OCDE calculó que en 2022 las ayudas estatales representaron un suma equivalente al 3,5% de los ingresos totales de los productores brasileños. No será mucho, pero para sus vecinos del sur es un montón el hecho de vivir sin que alguien le viva metiendo la mano en los bolsillos.
En la Unión Europea las ayudas representaron el año pasado el 15,1% de los ingresos totales de las empresas agropecuarias, las cuales estuvieron mayormente destinadas al sector cárnico, el arroz y la producción de azúcar.
En cuanto a EE.UU., con la desactivación de los fondos de emergencia implementados durante la pandemia de Covid-19, en 2022 el peso de los subsidios destinados al agro se redujeron de manera significativa para pasar a representar una proporción del ingreso total de 7,2% versus 10,4% en 2021. Los sectores que reciben más subsidios en EE.UU. son el azúcar y, en segunda instancia, el algodón.
En Canadá se registró un proceso similar al de EE.UU. con un nivel de subsidios agropecuarios que paso a representar un 7,6% del ingreso total el año pasado versus 11,8% en 2021, aunque en este caso la mayor parte de las ayudas se destinan a sostener las actividades lechera y avícola.
“La continua importancia de los mecanismos de precio sostén en muchos países, junto con otras formas de subsidios que potencialmente distorsionan la producción y el mercado, desalientan los cambios en los sistemas de producción. Estos tipos de apoyo también distorsionan los mercados internacionales, que siguen siendo un mecanismo clave para suavizar los impactos de los déficits o las cosechas abundantes”, recordó OCDE en su informe anual.