“En el último confín de la América Continental, recostada sobre las márgenes del Océano Atlántico y del Estrecho de Magallanes, se encuentra la Estancia Monte Dinero. Fundada a principios de 1880, ya lleva más de 100 años de actividad agropecuaria, desarrollada hoy por la quinta generación de la Familia Fenton, descendientes directos de pioneros escoceses”.
Esa es la presentación oficial de la Estancia Monte Dinero, que tiene 26 mil hectáreas y es una de las productoras de ovinos y bovinos más australes del mundo. Lo que no dice ese portal es que hubo varias generaciones de Fenton que vivieron viendo cómo se achicaba ese negocio, sin prisa pero sin pausa, debido a un proceso de desertificación por sobrepastoreo que durante décadas pareció inexorable.
“Mi abuelo, mi padre y yo llevábamos más de veinte años haciendo ajustes de carga, con lo que luego pasó a ser el ‘método Santa Cruz’. Todos los años veíamos cuánto pasto había disponible y se asignaba la cantidad de forraje a las ovejas madre. Lo que íbamos encontrando era que uno siempre bajaba la carga de ovinos, pero nunca en veinte años hubo la novedad de poder subirla”, contó Ricardo Fenton a Bichos de Campo.
Ricardo participó de la administración de la estancia familiar hasta que unos años después de 2000, luego de un viaje a Australia, decidió unirse a Pablo Borrelli, ex especialista del INTA, para fundar Ovis 21, una organización que se propuso multiplicar el ejemplo de la Estancia Monte Dinero a todos los campos de la Patagonia y del país.
¿Pero qué sucedió allí? ¿Cómo se hizo para revertir el paulatino pero constante ajuste de la carga animal?
Nos dice Fenton que “si comparábamos con lo que sucedía en tiempos de mi tatarabuelo, lo que él podía manejar comparado con lo que estábamos manejando nosotros en 2007, habíamos bajado la carga a casi la mitad. Eso nos llevo a contactarnos con la gente que estaba haciendo manejo holístico y ver si esto era aplicable en Patagonia Sur”.
Mirá la entrevista completa con Ricardo Fenton, de Ovis 21:
“Nosotros entramos directamente por la parte de manejo de pastizales, pero después aprendimos que el manejo holístico tiene muchísimas más cosas: hay que hacer una planificación financiera, tener un plan de (uso de) la tierra, etcétera. Pero en la primera prueba que hicimos en seis potreros pudimos aumentar la carga un 30%”, subrayó Fenton. Ese mismo año, en otros predios testigos de la estancia donde se aplicaba la vieja fórmula de calcular la disponibilidad de pasto y ajustar el número de animales, hubo que bajar la carga otro 8%.
-¿Qué fue lo que cambió en concreto?
-Lo que se planificó fue el pastoreo definiendo cuánto tiempo se necesitaba de recuperación de las especies forrajeras claves. Planificando la recuperación de esos pastos pudimos producir muchísimo mas.
Fenton nos explicó que a situaciones de sobrepastoreo y erosión se puede llegar por dos caminos. Uno es dejar a los ovinos demasiado tiempo pastoreando en el mismo lote, lo que impide que los pastos rebroten y vayan agotándose. Pero la otra forma de hacer macanas es realizar una rotación sin planificar, en la cual los animales vuelven demasiado rápido al lote en cuestión, sin dar tiempo a la recuperación de las pasturas.
Según el ex administrador de la Estancia Monte Dinero (hoy el campo sigue manejado por su padre, sus hermanas y cuñados, porque Ricardo dedica por completo su tiempo a Ovis 21), está más que probado que el manejo holístico de los campos permite revertir los procesos de destrucción del ambiente, no solo en la Patagonia sino en todo tipo de territorio.
“Funciona en todas las áreas ecológicas. pero tiene que ver mucho con todo el proceso de planificación. Acá no hay consultores. Hay educadores que van facilitando el proceso y le van enseñando al productor como observar. No hay una receta ni una primavera es igual en ninguna zona ni en ningún predio en particular. Uno tiene que hacer las cosas a al medida de cada predio”, enfatizó.