“Hace 25 años, cuando arrancamos, producíamos de forma convencional, con uso de agroquímicos. Luego vimos que el mercado externo, fundamentalmente Gran Bretaña, demandaba productos orgánicos y allí viramos a esta forma de producción”, contó Diego Manuel Iglesias, responsable de Iceberg Agrícola, una empresa que produce espárragos, brocoli y zapallo en San Juan bajo esa modalidad y coloca sus productos en el mercado europeo. “Llegamos con esos tres productos en gran escala”, relató.
El cambio no fue tan difícil, porque la producción en San Juan -con su clima seco- usualmente no requiere de muchas dosis y variedad de agroquímicos. Los hongos no prosperan y tampoco abundan otro tipo de plagas. “Eso fue una gran ventaja para poder volcarnos a lo orgánico”, reconoció Iglesias a Bichos de Campo.
El mayor problema entonces, era cómo acondicionar los productos cosechados para poder enviarlos grandes distancias sin que pierdan calidad. La empresa montó una planta de congelado con la idea de sostener este jugoso mercado. Los espárragos viajan en avión, el zapallo en contenedores reefers (refrigerados), al igual que el brocoli.
Aquí la entrevista completa con el titular de Iceberg agrícola:
En cuanto al mercado interno de estos productor ‘limpios’ de químicos, es algo que se va desarrollando cada vez más. Pero lentamente en las grandes urbes y no es algo con lo que el empresario cuente todavía como variable clave.
El foco claramente está puesto en los mercados consolidados. “Estos productos se producen en los países de consumo -Holanda, Alemania, Francia, Canadá, etcétera-, pero se está viendo cada vez más países de Centro o Latinoamérica desarrollan estas producciones focalizadas en la exportación”, contó Iglesias.
El productor orgánico aclaró que no todas son rosas y marcó los puntos en contra que enfrenta su actividad. “La producción orgánica apunta a rindes más bajos, posee más mano de obra y más riesgos, ya que si bien se trabaja de forma preventiva siempre puede aparecer una plaga que dañe los cultivos”, señaló.
Lo que ha impactado mucho en el negocio son las neo-retenciones que impuso recientemente el Gobierno, y que no distinguen entre productos convencionales u orgánicos, como sí sucedía durante el gobierno anterior. A los productos orgánicos, estos derechos de exportación les ha caído como un baldazo de agua fría. Iglesias consideró que las autoridades debe saber “lo que implica producir de forma orgánica a 1200 kilómetros de los puertos y generar los mercados, es complejo. Estamos esperando que esta medida se revierta”, confió.