Aunque el foco de la fertilización en los suelos de la región pampeana estuvo puesto en macronutrientes como el nitrógeno, el fósforo y, en menor medida, el azufre, un relevamiento realizado por la Unidad Integrada Balcarce –espacio integrado por la Universidad de Mar del Plata y el INTA- mostró que es clave también prestarle atención al zinc, un micronutriente cuya disminución podría impactar en los rendimientos agrícolas.
De acuerdo con el trabajo, un 33% de los lotes analizados en el sur bonaerense presentan concentraciones de zinc por debajo de 0,80 partes por millón (ppm), lo que podría limitar el rendimiento de trigo y cebada. Si bien esta problemática ya era conocida en suelos pampeanos, donde –según el laboratorio de suelos del INTA Balcarce- aproximadamente un 66% de ellos mostraba niveles medios a bajos de zinc, ahora se manifiesta también en la provincia de Buenos Aires.
“Hoy el zinc comienza a mostrar señales de deficiencia en suelos donde históricamente no representaba una limitante. El escenario actual obliga a repensar las estrategias de diagnóstico y manejo para evitar pérdidas económicas y nutricionales en los cultivos”, explicó Hernán Sainz Rozas, especialista en fertilidad de suelos del INTA Balcarce.
“En números, un suelo con 0,75 ppm de Zn y un objetivo de 7.000 kilos por hectárea puede perder hasta 840 kilos por hectárea. Ese valor excede ampliamente el costo de la fertilización, que ronda entre 18 y 20 dólares por hectárea”, detalló el investigador a continuación. Con niveles de zinc bajos, las pérdidas de rendimiento estimadas pueden variar en 5% a 15%.
Pero el rol de este micronutriente es mucho más importante si se tiene en cuenta que también incide en procesos fisiológicos clave como la fotosíntesis, la síntesis de proteínas y azúcares, y el metabolismo de auxinas.
“Su deficiencia no solo afecta el crecimiento del cultivo, sino que reduce la eficiencia en la utilización de nitrógeno y fósforo”, afirmó Nahuel Reussi Calvo, investigador del Conicet y de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Frente a esto, los expertos recomiendan realizar análisis preventivos de suelo que permitan anticipar problemas y definir estrategias de reposición. De acuerdo con Pablo Barbieri, especialista del INTA Balcarce, “el método más confiable es la determinación de zinc extractable en muestras tomadas a 20 centímetros de profundidad, preferentemente en presiembra”. Y dado que el zinc presenta una alta variabilidad espacial, sugiere tomar de 25 a 35 submuestras por lote, con un muestreador de acero inoxidable para evitar contaminación.
La baja movilidad del zinc en el perfil del suelo convierte a la reposición en una inversión estratégica. Por caso, en el trigo la extracción promedio por hectárea oscila entre 200 y 320 gramos, algo que puede compensarse con aplicaciones de entre 0,5 y 1 kilos de zinc por hectárea.
“El objetivo debe ser elevar los niveles hasta 1,3 partes por millón para evitar restricciones futuras. Fertilizar no solo repone lo exportado, sino que mejora el capital nutricional del suelo a largo plazo”, concluyó Barbieri.