Si bien el primer pronóstico oficial del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) será publicado la semana que viene a partir de la finalización de los relevamientos en las fincas, la Federación de Viñateros de San Juan se animó a hacer las primeras estimaciones de esta campaña, que no son para nada positivas. Luego de la visita a varios viñedos sanjuaninos, se calculó que la merma productiva podría llegar al 40% y convertir a esta cosecha en la más baja desde el 2002.
“Estamos observando una caída que va entre el 15% y el 18% respecto al 2021. Y si tenés en cuenta los últimos 20 años, es la peor desde el 2002. Si tomamos la producción del año 2007 que fue la más alta con 8.869.726 quintales, en quince años la producción de San Juan bajó a la mitad”, indicó Ernesto Olivera, licenciado en Administración Agraria y vicepresidente de la Federación de Viñateros, a Bichos de Campo.
Según el Observatorio Vitivinícola Argentino, que ha tomado las cifras relevadas por el INV, desde el 2007 a producción ha venido en franca baja, tocando un piso en 2020 de 4.936.747 quintales. En 2021 hubo algunas señales de crecimiento, ya que la producción superó nuevamente los cinco millones de quintales. Sin embargo para el 2022 se espera un nuevo récord de baja producción, que llegaría a los 4.510.789 quintales.
¿Y cuáles son las causas de esa crisis? Una tiene que ver con la desinversión que se dio como producto de la baja rentabilidad del cultivo.
“Esto ha sido motivado por aquellos oligopsonios de las bodegas que han pagado siempre muy poco. Es un grupo pequeño el que compra la uva y a partir de ahí el precio ha sido muy bajo y no se ha recuperado”, afirmó Olivera.
Por otro lado están los factores climáticos. Uno de ellos, el más discutido en el último tiempo, se corresponde con la falta de agua, producto de una sequía sin precedentes en los últimos cien años en esa provincia y el achicamiento de los glaciares en la Cordillera, debido al cambio climático. Actualmente se realiza riego a partir de los turnos que se otorgan desde el Departamento de Hidráulica, pero en muchos casos no es suficiente y quienes no han podido invertir en nuevas perforaciones son quienes registran las mayores mermas.
“Mayormente se realiza riego por goteo y muy poco por aspersión. En San Juan sólo el 20% de lo cultivado cuenta con riego presurizado. No se ha podido subsanar la sequía”, dijo el viñatero.
¿Y que produjo esto? Que los pequeños y medianos productores abandonen en muchos casos un tercio o hasta la mitad de sus viñas, para regar con el recurso que si han recibido.
A eso hay que sumarle los efectos de las altas temperaturas y del viento zonda, que durante la época de floración produjo una importante afección en los racimos y redujo los rendimientos por hectárea.
“Los granos se vieron afectados y no están logrando el calibre necesario, que es el tamaño del racimo. Por eso se está esperando una de las peores cosechas”, sentenció Olivera.
-¿Cuál es la situación actual de los productores?- le preguntamos al vicepresidente de la Federación de Viñateros.
-El pequeño y el mediano productor siempre se ven perjudicados porque sus costos fijos son superiores a los grandes. Tienen que afrontar un costo fijo similar con menor producción y esto hace que el costo por kilo de uva sea mayor. Tampoco pueden alcanzar las diferentes líneas de crédito porque si bien son tasas bajas, el período de gracia que tiene el solicitante para devolverlo es menor al período de producción de la uva. Es por eso que no invierte en presurizar el riego porque la línea de crédito no es accesible para la capacidad financiera que tiene.
-¿Cuáles son esos costos fijos a los que haces referencia?
-El pequeño productor con diez o quince hectáreas si o si tiene que tener un empleado, un tractor, maquinaria, herramientas. Si se pudiera agrupar, podrían licuar eso. El productor grande, en cambio, tiene entre 100 y 200 hectáreas y diluyen esos costos en más hectáreas y kilos.
-Tanto el gobierno nacional como el provincial anunciaron inversiones. ¿Alcanza eso?
-Desde el gobierno provincial si, están realizando nuevas perforaciones y acomodando aquellas que ya existían, que estaban abandonadas. Por el momento no estarían alcanzando a cubrir ese caudal de agua que demandan las plantas. La cosecha comenzó hace un más de un mes y no vemos que en el corto y mediano plazo vaya a haber producción. Por el lado del gobierno nacional, se escuchar inversiones por 100 millones que alcanzan a menos de 4 perforaciones. Cada perforación está 27 millones de pesos.
-¿Cómo se puede revertir esta situación? ¿Qué demanda la Federación para paliar esta situación?
-Lo que se pide es una mayor cantidad de perforaciones, mejores plazos para solicitar créditos y que haya un ‘sincericidio’ en el precio del dólar desde el gobierno nacional. Los que nos compran uvas –bodegueros, exportadores de uva, mosto o vino- dicen que no pueden parar más porque al momento de vender ellos liquidan con el precio del dólar oficial y a nosotros nos compran con la inflación interna. El margen de rentabilidad de esas empresas es muy corto.
A continuación Olivera agregó: “El año pasado vendimos en un promedio de 20 pesos la uva cereza, y ahora la están ofreciendo 25 pesos. No puede ser que la actualización sea esa cuando estamos diciendo que va a haber menos uva, que la demanda ha aumentado y que el vino ha aumentado. A partir de ahí es que solicitamos que se revea el precio de venta del producto”.