Trementina y colofonia podrían ser un dueto musical infantil. Pero son dos sustancias que se obtienen de una actividad agropecuaria muy específica, que es la de la resinación de los pinos.
Usadas para la industria cosmética, química, o sintética, este par de productos tiene un proceso muy particular de extracción, y está vinculado directamente con la producción forestal.
La trementina es el líquido volátil que se extrae primero mediante destilación, mientras que la colofonia es el residuo sólido y resinoso que queda después. Ambas tienen usos industriales y artísticos: la trementina funciona como solvente de pinturas, y lo olemos cuando aplicamos productos de limpieza con fragancia a pino, mientras que la colofonia se usa para fabricar adhesivos, barnices y ceras, además de ser un componente en la fabricación de jabones, tinturas, tintas de impresión, entre otros usos.
Estos productos que sirven para un sinfín de industrias, representan una gran opción de diversificación productiva en el NEA, particularmente en Misiones y Corrientes, donde se encuentran las grandes plantaciones forestales y las industrias ligadas a la madera.
La particularidad productiva, está en el proceso de extracción, o cosecha, que viene ganando popularidad: es cada vez más habitual en la región forestal encontrarse con bosques de pino cuyos árboles tienen colgando en su tronco una bolsita. Ese es el proceso de producción de la resina.
El proceso es sencillo, en el que se extrae la propia resina que producen los árboles. Cuando la forestación tiene cerca de 9 años, se le hace un pequeña incisión en la corteza de los pinos en forma de V, y se le agrega una pasta que detiene la cicatrización de esa lastimadura. De forma natural, el árbol produce resina para que eso suceda. El pino comienza a exudar esa resina, que sale y se almacena en unas bolsitas que están puestas para recolectar lo que el árbol produce.
Uno de los grandes jugadores en este mercado es el Grupo San Francisco, dedicado en su mayoría a la producción de resina. Fernando Mandagarán es productor forestal en dicha empresa, y contó a Bichos de Campo detalles de la producción, en pleno bosque de la localidad de Gobernador Virasoro, Corrientes, epicentro de la industria forestal nacional.
“La resinación es una actividad que se hace sobre una especie de pino llamada Elliottii, muy presente tanto en Corrientes como en Misiones. Básicamente consiste en la extracción de la resina que el propio árbol produce como sustancia de reserva y defensa”, explica Mandagarán.
Cada campaña de resinación se acompaña con el crecimiento del árbol: las bolsas se colocan cada vez más arriba, a razón de unos 40 a 50 centímetros por año. “Estos árboles que hoy tienen unos dos metros de intervención los venimos resinando desde hace unos cinco años”, agrega.
El proceso puede sostenerse durante unos 12 años. “Trabajamos una cara del árbol durante cinco años, y luego se pasa a la opuesta. En algunos casos, cuando el árbol tiene suficiente diámetro, también se utilizan las costillas laterales”, cuenta.
Respecto al destino final del árbol, Mandagarán aclara que la actividad no impide su aprovechamiento industrial. “El árbol no tiene ninguna restricción para ir a la industria. Solo la parte donde se hizo la extracción, que llamamos ‘tora’, queda dañada y tiene un valor comercial algo menor. Pero toda la parte superior se aprovecha normalmente”.
Mirá la entrevista completa con Fernando Mandagarán:
El esquema de trabajo varía según la tenencia. “En algunos casos los árboles son nuestros; en otros, alquilamos la forestación a productores que plantaron en su momento. Les pagamos un canon fijo anual”, explica. Ese ingreso intermedio es una ventaja importante: “Estas plantaciones se pensaron para una tala rasa a 20 años. La resinación permite empezar a percibir un flujo de ingresos desde el año 10 y durante 12 años consecutivos, hasta que llega la cosecha final”.
Sobre el manejo del bosque, el asesor comenta que no hay mayores diferencias respecto de una forestación convencional. “Se hacen raleos y podas, una o dos veces, hasta los 2,5 o 3 metros de altura, para mantener la uniformidad del lote”.
La resina recolectada se vuelca en tambores de 250 litros que luego se trasladan a la industria. Allí pasa por un proceso de purificación. “Se la limpia, se la filtra y se elimina el contenido de agua. Luego, mediante temperatura, se separan los productos que la componen: la colofonia y la trementina”, explica Mandagarán.
Ambos tienen un amplio uso industrial. “La trementina se utiliza principalmente en perfumería, mientras que la colofonia es materia prima de la industria de tintas, pinturas y adhesivos. Todo lo que es colofonia y trementina se exporta casi en un 95 por ciento, principalmente a Portugal, España, Estados Unidos y China”, detalla.
Aunque las condiciones naturales son excelentes, la actividad enfrenta limitaciones. “Hay muchas forestaciones, pero no tantos productores que se dediquen a la extracción. En el país hay unas seis o siete empresas que lo hacen”, indica. La razón principal es la alta demanda de mano de obra. “La resinación se realiza exactamente igual que hace décadas. Es un trabajo totalmente manual. Cada operario tiene asignadas unas 15 hectáreas y recorre diariamente las plantaciones haciendo los cortes y el mantenimiento”, comenta.
En zonas más alejadas, los trabajadores suelen vivir directamente en el campo. “Es un trabajo intensivo y continuo”, resume Mandagarán.
A pesar de esas dificultades, las perspectivas son alentadoras. “Corrientes y Misiones tienen un clima espectacular para el desarrollo del pino. Las tasas de crecimiento son elevadas y la producción de resina acompaña perfectamente. Es una actividad que complementa muy bien al esquema forestal”, sostiene.
En cuanto a la competencia, reconoce que existe un sustituto de origen petroquímico. “Hay un producto derivado de la industria de hidrocarburos que compite con las resinas naturales. Pero la resina de pino tiene un valor ecológico enorme: es un producto completamente natural. Lo único agregado es la pasta que impide la cicatrización del árbol”.
¿Y qué pasa con los árboles? “La actividad genera cierto estrés, pero el daño es mínimo. En promedio, una forestación bajo resinación tiene una merma en su desarrollo de apenas entre 10 y 15 por ciento”, concluye.
En datos, la resina de pino está viviendo una etapa de renovación en el Nordeste argentino. En Misiones y Corrientes, más de 3.000 personas trabajan directamente en esta cadena, que exporta por unos 42,5 millones de dólares al año y se consolida como un eslabón clave dentro de la foresto-industria regional.
Durante 2024 se recolectaron unas 52.600 toneladas de resina a partir de más de 18 millones de árboles, un volumen que refleja tanto la escala actual del negocio como su enorme potencial de expansión. De esta manera, la resina de pino se consolida como una oportunidad estratégica: una actividad que agrega valor en origen, amplía las fuentes de ingreso rural y posiciona al Nordeste argentino en nuevos mercados internacionales.
Desde el INTA se impulsa un programa que busca fortalecer la cadena a través de la innovación. El trabajo combina la mejora genética —con la selección de familias de pino con mayor productividad y calidad de resina— con prácticas de manejo que optimizan la edad de sangrado, la densidad de plantación y la poda. Al mismo tiempo, se promueven procesos orientados a mejorar los ingresos de los productores, generar empleo local y diversificar la economía del NEA.




