Claudio Ormán y Franco Buralli son dos jóvenes agrónomos formados en distintas universidades públicas, hoy ponen a prueba sus competencias profesionales en la cooperativa Guillermo Lehmann, una de las pujantes del país, con oficinas centrales en la localidad de Pilar, en el centro de la provincia de Santa Fe. Como signo de estas épocas, ellos tienen a su cargo un complejo programa para hacer “más sustentable” las actividades de la cooperativa y contagiar a sus cientos de socios productores. Miden la huella de carbono y además están decididos a hacer análisis de suelos gratuitos, para generar esa buena costumbre entre los productores.
Nos lo encontramos en el último encuentro nacional de insumos biológicos en Villa María.
En los últimos años -siguiendo las exigencias de la sociedad a la agricultura moderna- en la Lehmann se han enfrascado en medir la huella de carbono en cada una de sus actividades. “La cooperativa tiene una mirada 360 y es nuestro deber mirar los insumos que hay en el agro, cuáles son y cómo inciden. Entonces hoy venimos acá, si bien venimos trabajando con algún insumo biológico básicamente en semillas, porque queremos ver las novedades y los productos que hay e incorporarlos en la paleta de la cooperativa. Pero no solo con un fin comercial, sino con un fin sustentable para la comunidad donde nos desarrollamos y para el productor”, contó Claudio Ormán a Bichos de Campo.
Actualmente la Lehmann cuenta con unos 3000 productores asociados, ocho sucursales y seis depósitos de combustible, además de cuatro plantas de acopio y una de clasificación de semillas. También posee dos fábricas de alimentos balanceados y una de premezcla de vitamínicos y minerales. Si bien la ganadería es la principal actividad de sus asociados, ya que están ubicados en el centro de la cuenta lechera, la cooperativa diversifica sus producciones al encontrarse en un área de producción mixta.
La cooperativa tiene 70 años de existencia. En esta búsqueda ya fue reconocida como la mejor empresa sustentable con el Premio que otorgan el diario La Nación y el Banco Galicia. Se trata de una política productiva que inició con medir la huella de carbono, fundamentalmente en la actividad ganadera.
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“Hace un tiempo que hemos comenzamos midiendo la huella de carbono sobre todo con la producción láctea, que en la cuenca en la que nos encontramos nos toca de lleno”, explicó Franco Burralli. Esta acción la llevan a cabo de conjunto con el INTA y la UTN (Universidad Tecnológica Nacional) directamente en los tambos. Asimismo interactúan con instituciones educativas como la Facultad de Agronomía de la UNL (Universidad Nacional del Litoral) en su sede de Esperanza y la Universidad Católica. Acá desarrollan un ensayo en un sembrado de eucalipto, midiendo el secuestro de carbono y la biomasa que se genera.
“Somos una cooperativa mixta, que tenemos ganadería, con una planta de balanceado y comenzamos a medir la huella de carbono en nuestros productos balanceado que distribuimos a los productores. Cuando empezamos a medir esto, nos tenemos que dar vuelta y pedirle a la cadena que nos diga su huella de carbono. Para así evaluar en nuestro establecimiento qué producto tiene una huella menor y que impacto tiene. Entonces entramos en esa cultura y aportar ese pequeño ladrillito, en ese caminito de la sustentabilidad”, amplió Ormán.
Para esta cooperativa, quedarse quietos en materia de sustentabilidad no es una opción. Por eso ya van por la tercera jornada de intercambio con la Fundación CampoLimpio, con el objetivo de estar mejor parados a la hora de que en Santa Fe, finalmente se concrete- porque ya está reglamentada la instalación de los Centros de Acopio Transitorios- el sistema de reciclado de bidones de fitosanitarios que impulsa la fundación.
-¿Por qué este giro a la sustentabilidad, es marketing o las nuevas generaciones de agrónomo sienten más la presión de ser sustentables?
–Yo creo que no es marketing, sino que es una necesidad. Viene de la generación nueva, pero también de generaciones que están hace un tiempo en el rubro. Una demanda que viene también por fuera del sector. Nosotros lo tomamos y lo hacemos propio y creemos que es el camino. Me parece que hay muchas cosas que mejorar y por eso comenzamos con este proceso que es paso a paso. No es de un día para otro hacer un cambio de 180 grados, es todo un proceso, nosotros comenzamos con con distintas cuestiones y vamos hacia ese camino.
-Sin embargo están padeciendo, además de la sequía que está complicando la producción en la zona, una plaga en el maíz y están aplicando agroquímicos.
-La Spiroplasma, un vector que se conoce como chicharrita, nos está pegando mucho. Nosotros justamente empezamos a hablar con los especialistas para ver algún producto biológico que tienen para esta plaga. Por suerte algunos tiran alguna novedad y obviamente iremos probando. Tal vez no se descarte un químico, porque quizás un químico baje la población y un biológico lo mantiene, es una estrategia distinta. Hay que armarla, hay que pensarla.
-Ustedes son muy jóvenes y se graduaron en universidades diferentes ¿tuvieron materias vinculadas con los bioinsumos o la agroecología en general?
–Sí, agroecología sí. Es una materia que se da, pero no se toma así como tal el tema bioinsumo, pero se toca de manera genérica. Por eso tenemos claro que no es pasar totalmente usar productos o de este tipo y dejar de lado a los agroquímicos que son los que permiten que nosotros podamos producir y generar el alimento que llega a cada plato. La idea es tratar de hacerlo con una huella que sea lo más sustentable posible y generar el menor daño ambiental. Es muy importante que quede claro que no es una confrontación para nada. Hay distintas línea de trabajo, semilla emergente, bioestimulantes. En fin hay una paleta enorme y hay que empezar a trabajar, probar y obviamente esto va a seguir creciendo.
-Una cosa son los agrónomos y la cooperativa que decide producir de forma más sustentable ¿Pero los productores son permeables, reciben esto de buen talante?
-El productor de a poco se va abriendo hacia estas cosas nuevas. Toma conciencia de que hay algunas cuestiones que hay ir modificando. La nueva generación en que empiezan a tomar el control de los campos y también cambia un poco la cabeza y bueno es ir trabajando juntos y justamente tratar de lograr esa sinergia. Todos tienen la escucha abierta, el productor es permeable y siempre está abierto a algo nuevo. Obviamente esto hay que desarrollarlo, hay que validarlo y hace falta mucha información. Nos pasa mucho también con el tema de suelos, empezamos a hacer mucho foco en el análisis de suelo, no solamente en el análisis incito sino en la metodología. La cooperativa abrió un servicio de muestreo, parametrizó y ahora muestrea de una forma ágil.