La competitividad de las exportaciones lácteas argentinas se recuperó de manera notable luego de la devaluación instrumentada en diciembre pasado. Pero desde entonces ha venido desdibujando y corre peligro de evaporarse a mediados de este año.
Este lunes el área de Economía de CREA publicó la evolución del Índice del Tipo de Cambio Real Multilateral para la Leche en Polvo (ITCRM-LPE) del período comprendido entre enero de 2000 a enero de 2024.
El índice muestra la relación entre las variaciones en el tipo de cambio nominal y la inflación de distintos países con respecto a la Argentina. De la interacción entre ambas variables, resultan períodos de apreciación o depreciación cambiaria que pueden resultar en menor o mayor competitividad vía precio.
“Así, para su cálculo, se tiene en cuenta la participación relativa de los principales actores del comercio mundial de leche en polvo entera. De este modo, se ponderan las exportaciones de Australia, Chile, Nueva Zelanda, Ucrania y la Unión Europea (UE-27)”, señala el informe publicado en Contenidos CREA.
Otra variable considerada son los derechos de exportación, los cuales reducen el nivel del tipo de cambio efectivamente percibido por las empresas integrantes de la cadena de valor láctea. Vale recordar que ese tributo desde octubre de 2023 ha dejado de influir cuando, por un decreto presidencial, se decidió llevar la alícuota del 9,0% al 0% para los productos lácteos; la medida fue prorrogada por el actual gobierno con vigencia hasta junio de 2024 (qué sucederá después, nadie sabe).
En el siguiente gráfico es factible percibir ese evento en la unificación de los dos ITCRM a partir del mes de octubre pasado, lo que contrasta con la brecha entre ambos ITCRM en el período comprendido entre 2006 y2008, donde el tipo de cambio efectivamente percibido por los productores llegó a ser 50% menor que el oficial como producto de las regulaciones gubernamentales en materia de precios mayoristas y en el comercio exterior.
Precisamente, uno de los momentos de mayor aumento del ITCRM-LPE se registró a la salida de la convertibilidad, en el año 2002, con un salto del tipo de cambio de 350%. Luego, entre 2003 y 2008 la competitividad mermó levemente con el ya mencionado efecto de los derechos de exportación.
Posteriormente, con la eliminación de la alícuota a la exportación en 2009, la competitividad se mantuvo relativamente estable hasta principios de 2014, donde se observa un pico de mejora, fruto de la devaluación de febrero de ese año.
El período comprendido entre el año 2015 y 2020 estuvo marcado por una sucesión de esquemas de apreciación cambiaria alternado por devaluaciones con el objetivo de evitar pérdidas en la competitividad. Esas fluctuaciones cambiarias también se reflejaron en la volatilidad experimentada por el índice.
“A partir del mes de marzo de 2021 los elevados niveles de inflación, sumados a un tipo de cambio congelado, afectaron de manera notable la competitividad del sector. Para el 2023 el modelo económico del gobierno saliente seguía presentando inconsistencias, principalmente en precios, con inflación reprimida y atraso del tipo de cambio, lo que intentaba compensarse con tipos de cambios diferenciales que, en algunos casos, afectaron otras producciones”, explica el documento de CREA.
“En ese contexto se explica el salto devaluatorio implementado por el actual gobierno a fines del año pasado, el cual generó un impacto positivo en la competitividad del ITCRM-LPE, alcanzando el pico de la serie”, añade.
Tal medida se vuelve relevante dada la situación macroeconómica actual, con salarios deprimidos y un mercado interno recesivo. “Sin embargo, debería tenerse en cuenta el efecto devaluatorio en los precios (pass-through), sumado al esquema cambiario de crawling peg (devaluación del tipo de cambio oficial al 2% mensual), no solamente en términos de compra de los asalariados, sino también como fenómeno que comienza a deteriorar la mejora en la competitividad de los productos de exportación argentinos”, advierte el informe.
“Al respecto, el diseño de la política económica nacional será determinante a la hora de analizar la evolución de la competitividad cambiaria para los sectores exportadores del país en el corto plazo”, resume, para luego agregar que la competitividad, en el largo plazo, requerirá de políticas y acciones específicas.