Una estadística oficial refleja una caída significativa del nivel de actividad que está afectado a la industria que tiene en sus manos la exportación de los productos que explican la mayor parte del ingreso de divisas de la economía argentina.
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) acaba de publicar el Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) con datos actualizados a mayo de 2023. Y los datos evidencian que el sector oleaginoso registró en ese mes una caída de la actividad del 12,3% respecto de mayo de 2022 y del 9,3% contra el promedio del último lustro.
La caída de la actividad sería aún mayor en caso de no disponer de la soja importada –mayormente de Paraguay y Brasil– en el marco de régimen de admisión temporaria, dado que la oferta interna de poroto, además de ser reducida, se vende a cuentagotas luego de la finalización del régimen especial del “dólar soja 3”.
Solamente considerando la soja ingresada de origen brasileño, en el primer semestre del año la cifra acumulada es de 3,0 millones de toneladas, un récord histórico absoluto y, además, una novedad en términos logísticos porque es la primera vez en la historia que se descarga soja brasileña en las terminales portuarias de la zona de influencia de la ciudad de Rosario.
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Los precios de los futuros de soja en el Matba Rofex están mostrando la posibilidad de la implementación de un “dólar soja 4” para hacer frente a la crisis cambiaria presente en la economía argentina, aunque existe resistencia por parte de la industria aceitera al respecto luego de los sobresaltos experimentados durante la tercera edición del programa cambiario especial.
En la actual coyuntura son las propias industrias aceiteras, ya sea con capital propio o créditos de prefinanciación de exportaciones, las que deben aportar las divisas para poder originar soja en los países vecinos.
Cuando la harina y el aceite de soja elaborado en el marco del régimen de admisión temporaria finalmente se exporta, el gobierno argentino habilita que las divisas generadas por esa operación se restituyan al exportador por el monto equivalente a la soja importada –que fue, recordemos, financiada por la industria argentina–, mientras que el saldo resultante se liquida en el mercado cambiario argentino como una exportación habitual.