La improvisación de los gobernantes argentinos a la hora de tomar medidas es notable. El intempestivo cierre de las exportaciones de carne vacuna decidido por Néstor Kirchner el 11 de marzo de 2006 provocó un enorme malhumor en el principal cliente de ese producto por ese entonces: Alemania estaba a punto de realizar el mundial de fútbol en junio de ese año, esperaba grandes cantidades de turistas y necesitaba los famosos bifes argentinos para atenderlos. Nunca le llegaron los contenedores y costó años recuperar la confianza de esos importadores.
Esta vez, frente a una decisión semejante tomada por el actual presidente Alberto Fernández, el gobierno se preocupó vagamente por dejar fuera de la veda exportadora el bife y el lomo que van a Alemania como parte de la famosa Cuota Hilton y otros cupos arancelarios acordados con terceros países, como la Cuota 481 de carne de feedlot o las 20 mil toneladas de cuota americana. Pero eso no significó que no haya habido improvisación.
Esta vez, quince años después, ahora el principal destino de las exportaciones clausuradas es China, que compra el 75% de la carne argentina. Pero, como en aquella ocasión con Alemania, el cliente visiblemente más afectado será Israel. Allí no hay mundial de fútbol, pero sí existe un escenario muy conflictivo en torno a la Franja de Gaza, en el que seguramente la carne vacuna argentina era muy esperada.
Israel es el segundo o tercer destino en importancia de la carne nacional, según el ciclo. En 2020, datos del IPCVA (Instituto de Promoción de la Carne Vacuna) lo ubican en el tercer lugar, muy detrás de China y algo por detrás de Chile, con unas 30 mil toneladas y el 4,4% de los envíos totales de carne argentina al mundo. Los embarques hacia ese país habían crecido 15% el año pasado respecto de 2019.
“En cuanto al valor de las divisas ingresadas, el principal mercado durante el periodo ha sido China, que representa un (63,3%) del valor total exportado de carne vacuna enfriada, congelada y procesada en el periodo, seguido por Alemania (7,2%), Israel (7,0%), y Chile (6,8%)”, agrega el IPCVA. El año pasado Israel nos compró carne por casi 190 millones de dólares.
Bueno: la decisión de Alberto cristalizada en la resolución 75 del Ministerio de Agricultura, aunque deja fuera de la restricción los cupos arancelarios, afecta mucho los envíos de carne a Israel, porque no hay un acuerdo especial entre ambos países que regule esas exportaciones.
Y todo esto sucede justo cuando los famosos rabinos estén en el país. ¿Qué significa?
Todos festejan la llegada de los rabinos… ¿Pero a qué vienen? ¿Y por qué afilan tanto el cuchillo?
Los rabinos en cuestión, que se distribuyen entre todas las plantas frigoríficas habilitadas por Israel en materia sanitaria, son los que se ocupan de certificar que los bovinos hayan sido faenados bajo el rito kosher. Si ellos no avalan ese proceso, la carne no está apta para ser consumida por el pueblo hebreo.
La propia Cancillería se ocupaba de explicar ese proceso que se repite todos los años, orgullosa de su desempeño en pleno inicio de la cuarentena por Covid, el año pasado. En sendos informes decía que casi un centenar de rabinos habían arribado al país desde Israel para trabajar en los frigoríficos locales para la exportación de productos cárnicos y asegurar que esos alimentos sean kosher y por lo tanto de acuerdo a la ley judía. Bajo este ritual, los animales se degüellan con un largo cuchillo tan afilado que raramente falla.
“El mercado israelita es de vital importancia ya que expone a lo largo de los últimos años una tendencia ascendente y un diferencial de precio del 42% respecto al resto”, explicaba entonces, hace apenas un año, el canciller Felipe Solá, que ahora debe querer esconderse debajo de una piedra ante la decisión del presidente Alberto Fernández. Solá, que además fue secretario de Agricultura, conoce el impacto de este tipo de definiciones en el exterior y seguramente recibirá las quejas de la embajada israelí en Buenos Aires.
Justo en medio de una escalada del conflicto con los palestinos.
No sucede lo mismo con los cortes kosher que van a Estados Unidos para atender la comunidad judía de ese país, porque ingresan dentro del cupo de la cuota americana.
Los rabinos, todos los años, se distribuyen entre los frigoríficos Carnes Pampeanas, Swift Venado Tuerto, Black Bambú, Marfrig, Friar Reconquista, Friar Nelson y Alberdi, entre otros habilitados para Israel. En general, cada frigorífico tiene un equipo asignado de entre 10 y 15 personas, capitaneadas por un rabino que raramente hace él mismo la tarea más ingrata en todo el proceso: tomar un cuchillo sumamente afilado para provocar con un solo corte muy efectivo la muerte del animal y sobre todo su desangrado inmediato.
Como ahora, que se cerraron los envíos de carne a Israel de un sablazo.
Mi solidaridad con los pueblos del mundo afectados por esta decisión pero convengamos que la responsabilidad de Fernandez es garantizar la provisión de alimentos para el pueblo que preside. Seguramente los rabinos israelíes, como en 2006 los restaurantes alemanes, conseguirán que otras naciones menos apremiadas le garanticen la provisión de este insumo crítico tanto como le garantizan regularmente la provisión de otros insumos también críticos para garantizar la sobrevivencia de su pueblo en un contexto tan hostil.