De que la denominada “agroecología” está de moda no caben dudas, pero no tanto a campo abierto todavía sino más bien en los despachos oficiales. En el territorio real, resulta difícil para la mayoría de los productores dar ese paso hacia modos de producción que prescindan de semillas modificadas y sobre todo de insumos químicos. En cambio, dentro del Estado florecen las iniciativas para promover ese tipo de producción. Tantas hay que hasta se superponen.
A través de su secretaría de Política Ambiental, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible dictó este miércoles la Resolución 1/2020, mediante el cual se aprobó la creación del Programa de Promoción de la Conservación y el uso sostenible de la biodiversidad en Agroecosistemas. Su objetivo central será la promoción de la agroecología como modelo productivo. En la justificación de la medida no se ahorran críticas al impacto ambiental de la agricultura convencional.
“La deforestación, la escasez de agua, la alteración de los ciclos de nutrientes, la pérdida de biodiversidad, el agotamiento de los suelos y las emisiones de gases de efecto invernadero deben ser tenidos en cuenta al momento de analizar los impactos de los modelos agropecuarios convencionales”, define la cartera que dirige Juan Cabandié al fundamental la necesidad de contar con su propio programa para fomentar la biodiversidad en materia productiva.
No es el único que existe en el organigrama de gobierno, donde muchas veces las temáticas se repiten. En el Ministerio de Agricultura, que es al área natural para definir e impulsar políticas productivas, en agosto del año pasado se creó oficialmente una Dirección Nacional de Agroecología, que sería conducida por el ingeniero agrónomo Eduardo Cerdá, uno de los pioneros en esa materia.
Aquella resolución de Agricultura decía que el objetivo primordial de la nueva Dirección Nacional sería “intervenir en el diseño e instrumentación de políticas, programas y proyectos que promuevan la producción primaria intensiva y extensiva de base agroecológica en todas sus escalas”.
En el caso de la nueva resolución del Ministerio de Ambiente que crea el Programa Nacional el objetivo declarado es: “Promover la conservación y uso sostenible de la biodiversidad en los agroecosistemas, a través del fortalecimiento de la agroecología y otras medidas que fomenten la sostenibilidad de los servicios ecosistémicos, la mitigación al cambio climático y la inclusión social”.
Pese a la evidente superposición de esfuerzos estatales, la nueva resolución del Ministerio de Ambiente ni siquiera menciona el antecedente de la cartera agropecuaria. Por el contrario, el texto fundacional del nuevo programa es bastante crítico de las prácticas agropecuarias más tradicionales en el país, sobre los cuales cargan varias culpas por el cambio climático y otras alteraciones climáticas.
“La intensificación de la agricultura convencional y la expansión de la frontera agrícola amenazan tanto la conservación de la biodiversidad de los ecosistemas naturales como de los propios sistemas agrarios”, apunta el texto de creación del Programa de Biodiversidad en Agroecosistemas. Luego culpa al sector productivo de generar el 37% de las emisiones de GEIs (gases del efecto invernadero) y recuerda que la tasa de deforestación anual en Argentina ronda el 0,35%, fundamentalmente a manos de actividades agrícolas y ganaderas extensivas.
“Estos impactos reconocen la necesidad de promover prácticas que mitiguen las emisiones, preserven los recursos como el suelo y el agua y sostengan la biodiversidad de los ecosistemas para asegurar su funcionamiento y la producción de alimentos. Los sistemas de producción agroecológicos contribuyen a una serie de beneficios de producción, nutrición, socioeconómicos y ambientales”, se proponen los funcionarios de Medio Ambiente.
La resolución, por supuesto, menciona la frase mágica: dice que la biodiversidad garantiza “la soberanía alimentaria”.
El Programa de Promoción de Conservación y Uso Sostenible de la Biodiversidad en Agroecosistemas lanzado por Cabandié se propone tener un “enfoque holístico que engloba las tres dimensiones del ambiente y del desarrollo sostenible: ecológica, social y económica”.
Su principal objetivo será “impulsar transiciones hacia sistemas productivos que conserven y regeneren la biodiversidad necesaria para el mantenimiento de los agroecosistemas y sus servicios ecosistémicos”.
Por lo pronto, el nuevo programa oficial a favor de la agroecología tendrá tres componentes: Acciones de promoción; Capacitación y difusión; y Articulación institucional para la investigación e innovación.
Por ahora es eso.