Quienes hasta hace unos años eran vistos como “el futuro del sector agropecuario”, hoy se saben su presente. Uno de esos ejemplos es el de la ingeniera agrónoma Emilia Macor, para quien “el futuro es hoy”. Como integrante de la juventud de Aapresid, la Asociación que nuclea a productores de siembra directa, Emilia no le escapa a los debates actuales dentro del sector . Y dentro de ese temario, la llamada Agenda 2030 es uno de los temas de peso que deben ser atendidos.
“El tema de la Agenda 2030 es muy importante. La sustentabilidad no es una opción, ya es una tendencia. Tenemos primero que aprender a mirar los sistemas productivos, porque no es huella de carbono solamente. Necesitamos una mirada sistémica donde se incluya la pata ambiental, la social y la económica, por supuesto, para que esto pueda ser viable en el tiempo”, dijo Macor en una charla con Bichos de Campo.
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Aún así, la profesional oriunda de Monte Maíz, en la provincia de Córdoba, sabe que tampoco porque algo sea demandado por los socios comerciales de la Argentina debe ser atendido sin reservas. Es el caso de la exigencia sobre la soja y carne libre de deforestación que está impulsando la Unión Europea a sus proveedores, entre ellos la Argentina.
“No porque nos piden esto tenemos que pelearnos por un mercado y matarnos para conseguir esa información. Hay que negociar con los socios comerciales, que ellos conozcan el barro. Que vengan, abrimos la tranquera y podemos crear la agenda en conjunto, sabiendo las necesidades de la industria, las necesidades del productor y las necesidades que nos plantea el consumidor, que somos nosotros mismos”, afirmó la jove agrónoma.
A continuación sostuvo: “Soy una afortunada de haber conocido productores de otros países de Latinoamérica, y todos quedan impactados por cómo trabajamos en Argentina. Qué políticas tenemos respecto a la conservación y al uso del suelo, la información que genera Aapresid, que genera INTA, que genera CONICET. Esto no es el Estado por un lado, el productor por el otro y el consumidor por otro. Somos todos integrados. Creo que tenemos un vasto camino recorrido y mucho por recorrer, donde compartir la experiencia de lo aprendido. Nosotros tenemos argumentos, tenemos pruebas y también tenemos que ser receptivos a críticas constructivas”.
-Además de agrónoma sos productora agropecuaria junto a tu familia. ¿Cómo se ve esta cuestión entre los productores? ¿Crees que la Agenda 2030 los preocupa?- le preguntamos.
-Cuando vos decís Agenda 2030 no en todos lados la conocen como tal, pero si conocen el concepto y hay algo mucho más abarcativo que son los efectos del cambio climático, bien lo sabemos. El productor es el primer ambientalista que hay. Es el que está en contacto con el recurso, con la tierra, con el agua, y si no maneja bien esa situación se queda sin campo, se queda sin cosecha, se queda sin vacas. Como productores tenemos esa conciencia y vamos a tener que ver cómo manejamos esto, qué técnicas utilizamos, cómo eficientizamos los recursos para seguir produciendo a niveles aceptables y adaptarnos a su disponibilidad, ya sea por la sequía que tuvimos o por excesos. También estamos aprendiendo que no estamos solos. Somos parte de una comunidad.
Luego, añadió: “El agro no solamente tiene que tener claro técnicas de agricultura regenerativa y condiciones macroeconómicas claras. También necesita de políticas estatales que apoyen la educación rural, que apoyen a infraestructura, y que eso sea un trabajo colaborativo entre el Estado, las empresas, los productores y los jóvenes. Así podremos enfrentar los desafíos que nos propone la Agenda 2030. La necesidad nos marca una tendencia que es la sustentabilidad. Entonces tenemos que trabajar en eso, pero no podemos solos”.