Luego de la crisis “subprime” (2008), EE.UU. imprimió una cantidad descomunal de dólares para evitar que el sistema financiero colapsara. Pero llegó la pandemia de Covid-19 (2020) y los números de la emisión monetaria alcanzaron niveles escalofriantes.
Hasta el menos despabilado sabía que semejante bestialidad monetaria llegaría en algún momento a los precios para generar presiones inflacionarias. Y ese momento llegó.
Pero el gobierno de Joe Biden, al mejor estilo kirchnerista, en lugar de reconocer el problema, salió a “cazar brujas” para posicionar en el espacio público a un grupo de empresas “malas” que trabajan para perjudicar a la población.
“La administración Biden ha estado trabajando en todos los niveles para abordar los problemas de la cadena de suministro que están afectando los precios. Muchos de estos problemas están relacionados con la pandemia, como cambios en los patrones de demanda, cuellos de botella o cierres”, señala un comunicado de la Casa Blanca que, ciertamente, olvida mencionar a la emisión monetaria masiva como uno de los principales factores que explican el proceso inflacionario.
“Pero para algunos aumentos de precios que afectan a los estadounidenses, existe otro culpable: las corporaciones dominantes en mercados no competitivos que aprovechan su poder de mercado para subir los precios mientras aumentan sus propios márgenes de ganancia”, añade el comunicado.
El comunicado remarca que los aumentos de los precios de la carne vacuna, porcina y aviar representan una cuarta parte del aumento general de los precios de los alimentos en el hogar el mes pasado. Y si bien eso puede obedecer a múltiples variables, la Casa Blanca recurrió a una explicación tan fácil de entender como útil de explotar políticamente entre el enorme segmento de la población resentida por los desastres económicos generados por encerramiento obligatorio.
El texto menciona que “sólo cuatro grandes conglomerados controlan aproximadamente el 55% a 85% del mercado de carne porcina, vacuna y avícola, quienes usan su poder de mercado para aumentar los precios y pagar mal a los productores, mientras se llevaban más y más para ellos mismos”. Queda muy claro que están hablando de gente mala, muy mala.
“Los nuevos datos publicados en las últimas semanas por cuatro de las mayores empresas procesadoras de carne (Tyson, JBS, Marfrig y Seaboard) muestran que esta tendencia continúa”, confiesa el comunicado. E informa que en las últimas declaraciones de ganancias trimestrales esas empresas informaron ganancias brutas que en conjunto registraron ¡un aumento del 120! (no dice respecto a qué, pero para el caso tampoco importa). Es decir: no sólo se trata de gente mala que montó una empresa para ganar dinero, sino mucho, mucho dinero. Malos de toda maldad.
“Los aumentos en el precio de la carne que estamos viendo no son solo las consecuencias naturales de la oferta y la demanda en un mercado libre, sino que también son el resultado de decisiones corporativas para aprovechar su poder en un mercado no competitivo y eso en detrimento de los consumidores, los productores y nuestra economía”, especifica el desopilante comunicado.
Y añade que, entre las medidas instrumentadas para mitigar el poder de la gente mala, se incluyen créditos para montar pequeños frigoríficos en las comunidades y así no tener que depender de las grandes corporaciones sedientas de ganancias indebidas.
Jen Psaki blames increases in meat prices on "the greed of meat conglomerates." pic.twitter.com/NlSXwIcUTP
— Townhall.com (@townhallcom) December 14, 2021
Si,pero allá un kilito de entraña, vale U$A27,00