El apellido de Juan Pablo Oppen es muy conocido en Gualeguaychú: los Oppen están produciendo desde hace 150 años en esa zona de Entre Ríos y tanto el abuelo como el padre de Juan Pablo fueron dirigentes de la sociedad rural local. Pero Juan Pablo siente que algo se rompió y ahora está tratando de reconstruirlo. “Cuando comenzó el boom sojero dejamos de ser productores para convertirnos en rentistas”, explica.
Juan Pablo es arquitecto, sapo de otro pozo, pero quedó a cargo del campo familiar desde hace ya 4 años, y decidió cambiarlo por completo, aunque va avanzando paullatinamente. A medida que puede, bva cancelando contrato con sus arrendatarios y va incorporando esos lotes a un planteo de ganadería regenerativa o agroecológica.
“Es un campo que tiene la mitad monte y la otra mitad con aptitudes agrícolas”, dijo sobre las más de 1.000 hectáreas que desde hace un siglo y medio pertenecen a su familia. Un par de décadas atrás, las ofertas de alquiler les llovían de todos lados. “Era irresistible. Een nuestro caso, siempre pagaban un plus por la ubicación del campo y por la calidad”, comentó Oppen a Bichos de Campo.
Mirá la entrevista completa con Juan Pablo Oppen:
El arquitecto admitió que la buena renta de la soja hizo que, como muchos en situación similar a la de ellos, se fuera “cegando, al no ver el deterioro que le estábamos ocasionando al campo en cuanto a falta de fertilidad, de biodiversidad y sobre todo en cuestión de cultura de trabajo”.
En este último punto, el productor observó que “la ruralidad se pierde cuando se maneja desde el escritorio, porque lo que se hace es una planificación financiera: qué se va a hacer con la renta que le dieron. Pero no es fruto del trabajo, no es fruto de ir al campo, de ver cómo está la hacienda, de ver cómo hacer para mejorar la fertilidad. Y la consecuencia social ha sido tremenda”.
Oppen dejó en claro que no está de acuerdo con los sistemas productivos que se han desarrollado durante los últimos 30 años en el país, en los que la ecuación financiera se impuso en detrimento de la composición de los suelos y el ecosistema en general. Para él, este modelo provocó además que “el campo se haya vaciado de familias, que no haya más chicos, que no haya escuelas”.
“Puede haber tenido una consecuencia positiva para el bolsillo de unos cuantos, dentro de los que me encuentro involucrado, pero la consecuencia social fue tremenda para el país”, lamentó.
Desde 2016, el entrerriano lleva adelante un sistema de cría ganadera a base de pastoreo racional, tratando de recuperar el pastizal natural por convicción y para vivir la experiencia en carne propia. “Cuando comencé el campo estaba todo alquilado para hacer soja. Los arrendatarios me van devolviendo el campo por malo – según su propia definición “choto”-, porque no tiene fertilidad”, contó.
Durante el período en el que pasó de ser un campo de una condición a otra él no lo trabajó: “Todo fue con agricultura intensiva que no me benefició y fue deteriorando el campo. Tengo menos fertilidad, erosión y hasta se desmantelaron las instalaciones”.
En términos agronómicos, es sabido que al no haber una cobertura permanente, dejar los campos desnudos durante meses, en barbecho químico, en temporada lluviosa la tierra se erosiona. Pero además, Oppen resaltó que cuando se alquila el campo “es necesario que el dueño del campo haga cumplir los contratos en los que se exige hacer terrazas o mecanismos para temperar la erosión”.
-¿Cómo fue que empezaste a capacitarte en el sistema de producción agroecológica?- preguntó Bichos de Campo.
-Tuve que arrancar de cero. Dentro de las alternativas productivas estaba hacer la que está imperando en todos lados, es decir soja. Pero como a mi mucho no me gusta la agricultura quise hacer ganadería, que es lo que siempre se hizo acá. Tuve la suerte de toparme con alguien que me dijo que hay otras alternativas productivas un poco más amigables con el medio ambiente, con la vida, con tu conciencia, y son rentables. Me contacté con Eduardo Cerdá, quien me asesoró durante un tiempo. Viajé mucho a Uruguay donde hay una defensa del campo natural enorme- narró Oppen, quien aseguró que a partir de allí, se dio cuenta que los beneficios de la ganadería regenerativa eran enormes.
El ganadero transmite entusiasmo y cuenta que “todos los días descubro en este sistema productivo algo nuevo que me convence que tengo que apostar a que todo el campo sea igual. Cuando uno hace un planteo agroecológico está tratando de imitar a la naturaleza. Por eso las pasturas deben ser lo más variadas posibles y el pastoreo racional nos permite eso. Manejamos tiempos de descanso, cuestiones técnicas que hacen que el campo se recupere rápidamente”, explicó.
-¿En qué consiste tu planteo?
-No tengo hacienda propia. Tomamos hacienda en capitalización con un contrato a cumplir con un objetivo con gramos y kilos por día, desde que entran hasta que salen, y los vengo cumpliendo bien. El campo está respondiendo con la oferta de alimento necesaria para ganar esos kilos, y esa cantidad de hacienda que es creciente, a mí me generando cada vez más materia orgánica, porque este bosteo concentrado me queda en el campo. Veo beneficio desde todo punto de vista. Y fundamentalmente estoy haciendo lo que quiero y no lo que el mercado me pide.
-¿Qué es lo que el mercado te pide?
-Me pide que haga soja, maíz o trigo, y que sea lo más eficiente posible. En mi campo estoy haciendo lo que yo quiero y me cierra económicamente la ecuación. Lo mío quizás es un poco menos ambicioso, tengo la vara un poco más baja que un productor de soja, pero cumplo con mis impuestos. Crecí en cantidad de personal y la inversión que estamos haciendo en el campo es enorme, recuperando todo lo que se deterioró durante los años de agricultura. Además, tengo una independencia de insumos importante, fertilizo con cultivos de cobertura, con una tecnología de procesos que de insumos.
-¿Y es posible pensar que la agricultura más intensiva también sea amigable con el ambiente?
-Lo primero que debo decir es que no es un trabajo de oficina, ni de agenda ni de teléfono. Es de observación y de corrección. Quizás se puede hacer algo muy intensivo como lo que se hace, pero con diversidad, con otras alternativas, con protección de las periferias urbanas, y protección de la salud de la gente involucrada.
El despoblamiento del sector rural comenzó en la década del 60′ , con la mudanza de familias a pueblos y ciudades para que sus hijos vayan al colegio secundario . Ver los censos, no hay que afirmar livianamente que un sistema productivo más rentable es el culpable del despoblamiento rural . E se más amplio el tema : políticas agropecuarias, salarios del peón rural, calidad de vida, accesos ( caminos rurales) , sanidad , etc. etc