Las nuevas restricciones cambiarias tomadas por el gobierno no cayeron nada bien en el sector productivo. El dólar libre -o como se lo quieran llamar- pegó otro salto y también se incrementó la incertidumbre y la desconfianza en la economía.
Para los productores la fotografía es un nuevo aumento de la brecha entre esa cotización libre (a la cual se puede acceder a la divisa), el dólar oficial y el dólar teórico al que se le liquidan las operaciones con granos. En este último caso, aI al dólar oficial se le restan las retenciones a la soja, el dólar para el productor quedaría en torno a 50 pesos, por lo que la brecha con el dólar libre de 145 pesos llega a 90%.
Juan Manuel Garzón, economista del IERAL, el instituto de la Fundación Mediterránea, lo explicó de esta manera: “Si producís soja en Brasil hoy estarías recibiendo en torno a los 400 dólares por tonelada y en Argentina por la misma tonelada a dólar billete, el que uno se puede llevar a donde quiera, recibiría 150/155 dólares”.
El problema de esta distorsión es que le quita mucha competitividad al sector local. Y es que aquí, “ese mismo inversor o productor enfrenta otros precios similares, como la maquinaria que terminará saliendo lo mismo en dólares aquí que en Brasil”, explicó Garzón.
Escuchá la entrevista a Juan Manuel Garzón:
El economista destacó que esta convivencia con diferentes tipos de cambio exponer a las empresas, y en particular a los productores, “a un riesgo de descalce de los tipos de cambio”.
Explicó: “Cuando exportás soja o carne estás saliendo el tipo de cambio oficial que es el más bajo, pero cuando usas en tus costos bienes importados empiezan a copiar el tipo de cambio más alto. Ese descalce erosiona el negocio y los márgenes y aunque sea en términos graduales llega un punto en que los precios quedan muy desacomodados”.
Para el economista hay un doble efecto que castiga al sector que más dólares aporta y hoy prácticamente es el único que genera divisas genuinas. No solo por el impacto de los derechos de exportación y la brecha cambiaria, que incluye el impuesto solidario del 30%. Ahora se agregó otro descuento del 35% a cuenta del pago del impuesto a las ganancias.
Para Garzón, estas últimas medidas del Banco Central son un reflejo de la fragilidad de la situación financiera cambiaria. A su juicio, el problema es que se actúa “por el lado de la demanda (de dólares), pero las medidas generan problemas por el lado de la oferta de dólares”.
“Se privilegia el corto plazo y las medidas terminan pegando sobre sectores por los cuales los dólares llegan a la Argentina, como el sector agroindustrial”, enfatizó el economista cordobés.
Pero a pesar de las medidas, estimó que la siembra de soja este año será buena, si el clima mejora, y el productor como cada año volverá a invertir en la actividad.
“El efecto no es inmediato, pero cuando tenés años con estas políticas el incentivo a hacer esa apuesta, a incrementar el área y la tecnología se va a erosionando. La sensación que uno tiene es que el Gobierno toma medidas tratando de tomar oxigeno e ir postergando decisiones o cambios más profundos. Pero el esquema cambiario como está es difícil sostenerlo mucho tiempo más”, advirtió.
El analista opinó que en la Argentina hay un problema de fondo que reduce la confianza de los actores en la economía. “El país viene con muchos años de estancamiento y la propuesta del gobierno actual no convence, no parece que vaya a superar los años de recesión, porque se viene haciendo lo mismo que en otros períodos, como sostener el alto gasto público y la carga tributaria”, indicó.