La obtención de energía pasó a ser un tema central en el mundo moderno durante los últimos tiempos, acentuándose luego del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, donde quedó en evidencia la problemática y la poca previsión que existe. Sumado a esto, se abrió un nuevo interrogante sobre los modos de generación de la misma, con el ambiente como tema excluyente: la emisión de gases de efecto invernadero y la huella de carbono ahora importan.
La buena noticia frente a este debate que parece ser uno de los principales temas a futuro, es que la Argentina tiene un potencial enorme para generar energías limpias y tendrá mucho que aportar a ese debate mundial. Y uno de los capítulos donde la situación parece estar en pañales es el del biogás, o un gas combustible generado a partir de material biológico. Por lo pronto, según un censo reciente, la Argentina tiene 27 plantas en funcionamiento de diversos tamaños, cuando en los países europeos se cuentan de a miles.
En la Argentina ya funcionan 27 plantas de biogás: ¿Con qué se alimentan y qué subproductos generan?
Jorge Hilbert, un apasionado de estas nuevas tecnologías y de la llamada bioeconomía, trabaja en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y tiene muy claros los beneficios de este tipo de emprendimientos, que sirven para generar energía (con el biogás el uso más frecuente es a la vez generar electricidad) sin utilizar combustibles fósiles.
El especialista argumenta que en la Argentina tenemos vía libre para crecer exponencialmente, aunque es evidente que la matriz energética sigue discutiéndose aquí al calor de los derivados del petróleo. La obra de infraestructura más importante que se realiza en el país, de hecho, es un gasoducto Néstor Kirchner, para transportar el fluido desde las zonas productivas.
Hilbert, de todos modos, machaca y machaca con la fenomenal oportunidad que existe de sumar kilovatios a la oferta eléctrica argentina a partir de renovables. Y vincula estas posibilidades directamente con el cultivo de maíz, ya que existen plantas de bioetanol que a su vez generar biogás y electricidad a partir de este grano.
Mirá la entrevista completa con Jorge Hilbert:
La buena noticia es que, a partir de las investigaciones de Jorge y otros especialistas, ahora sabemos que el biogás tiene -más allá de las posibilidades de competencia con el gas convencional- grandes beneficios ambientales respecto de aquel.
Sucede que el INTA, en conjunto con consultoras privadas, presentó estos días un estudio que busca cuantificar la emisión de gases de efecto invernadero en la producción de electricidad. Los resultados preliminares indican que la generación a partir del biogás logró una reducción media del 98,5% de gases de efecto invernadero, en comparación con la generación de energía de forma estándar a partir de combustibles fósiles.
El estudio, realizado por Hilbert, Jonatan Manosalva y Karen Poniemann del Instituto de Ingeniería Rural del INTA junto con Ariana Camardelli y Patricio Geretto, consultores privados, se enfocó en hacer un análisis de emisiones en la producción de bioelectricidad y de calor, a partir de biogás, en el complejo Bio 4 Bioeléctrica –BG1, BG2 y CGY–, que forman un complejo de 6 megavatios de potencia total.
De acuerdo a lo que informa el INTA, “Las plantas se integran a la biorrefinería BIO4 de bioetanol de almidón de maíz, ubicada en la provincia de Córdoba. Reciben estiércol de un corral de engorde, sumado a residuos de la industria láctea y aceite de cocina recuperado. Además, inyectan energía eléctrica al sistema interconectado argentino, mediante un contrato con CAMMESA de 20 años”.
“Con el fin de fortalecer las bondades de esta tecnología se realizan este tipo de estudios evaluando la capacidad de reducción de emisiones de gases efecto invernadero que se logran en forma comparativa a la alternativa fósil”, expresó Hilbert.
Entre los objetivos de la incipiente industria del biogás está la reducción del consumo de combustibles fósiles, con el objetivo final de mitigar el calentamiento global. Pero el INTA remarco que además las biorrefinerías aportan fertilizantes y eventualmente también capturar carbono en los suelos.
“Si se logra todo el ciclo se podrían lograr emisiones negativas. Es decir, un combustible que en lugar de emitir capture carbono”, expresó Hilbert quien indicó que “es necesario conocer con certeza cuánto se emite y cuáles son los procesos que más GEI generan”.
Para el estudio, se utilizó el cálculo de las emisiones energéticas de la Directiva Europea de Energías Renovables RED II. “Son las normas para el cálculo de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de combustibles procedentes de la biomasa y sus combustibles fósiles de referencia, que pueden ser certificables en el futuro”, indicó Hilbert.
Para el cálculo de las emisiones de digestato, se siguió una metodología propia. Se otorgó un crédito de 45 gCO2/Mw a las plantas que reciben estiércol del corral de engorde de acuerdo a lo establecido por la normativa europea en esos casos. Las emisiones fugitivas se estimaron según el ISCC (Centro Internacional para la Sostenibilidad y Certificación de Carbono, por sus siglas en inglés) en un 1 %.
La producción total anual del complejo Bio4 alcanzó los 24.137.469 m3 de biogás, 57.202 MWh de electricidad inyectada a la red nacional y 26.316 MWh como energía térmica utilizada en la biorrefinería. Un total de 320.000 m3 de digestato se produjeron y se lo utiliza en la fertirrigación y en parte se reinyecta en la biorrefinería.
“Se obtuvo una emisión de entre 1,04 y 1,14 gCO2/MJ”, indicó Hilbert quien explicó que “si se establece una comparación entre la generación de energía de forma estándar (a partir de gas fósil) y la generación a partir de biogás, se logró una reducción media del 98,5 %, muy cercana a la carbono-neutralidad tan buscada en el mundo de hoy”.