El primer discurso de Javier Milei como presidente electo lo mostró más mesurado que en sus apariciones de campaña. Pero estuvo lejos de ponerse el traje. La sensación es que tomó conciencia de que ganó, pero que todavía no sabe muy bien qué hacer con eso.
Solo algunas definiciones muy generales dejó al celebrar su triunfo, frente a una multitud que festejaba al grito de “Peluca Presidente”. Quizás demasiado pocas definiciones frente la magnitud de la crisis que deberá enfrentar desde ahora mismo, y no desde el 10 de diciembre, como quiso hacer notar para dejar expuesto a Sergio Massa, su rival en el balotaje y el ministro de Economía, quien aseguró que el ganador debía comenzar a enviar señales de inmediato.
Las señales no llegaron con demasiada precisión. Pero algunas cosas quedaron flotando.
El libertario ratificó que se siente parte de un cambio trascendente. “Hoy comienza la reconstrucción de la Argentina”, repitió varias veces. “Quiero decirles a todos los argentinos que empieza el fin de la decadencia. que hoy empezamos a dar vuelta la página de nuestra historia. Se termina el modelo empobrecedor del Estado omnipresente que solo beneficia a algunos, mientras la mayoría sufre”.
Luego de ratificar que ese será el rumbo de su gobierno, dijo que hay que trabajar en función de “tres premisas simples: un gobierno limitado que cumple a rajatabla con los compromisos que ha tomado, el respeto a la propiedad probada y el comercio libre”.
Otra definición es que las medidas que se deben tomar no pueden ser tibias. “No hay lugar para gradualismo, ni tibieza ni medias tintas. Si no avanzamos rápido con los cambios estructurales, nos dirigimos derecho a la peor crisis de nuestra historia”, repitió lo que venía diciendo en muchas de sus apariciones.
Detrás de esa frase, que preanuncia un fuerte ajuste de las cuentas públicas y quizás un intento de dolarización con el que viene amagando desde hace rato, hubo un mensaje para los propios pero también para los ajenos: “Sabemos que hay gente que quiere mantener este sistema de privilegios. A ellos quiero decirle que dentro de la ley todo, fuera de la ley nada. En esta nueva Argentina no hay lugar para los que violentan ni los que violan la ley para defender sus privilegios”.
Respecto del ajuste cambiario, Milei parece decidido a que la devaluación tan temida la protagonice el propio mercado en los próximos días. De hecho, rechazó el convite de Massa para comenzar la transición mañana mismo. “Al gobierno queremos pedirle que sea responsable y que se hagan cargo de su responsabilidad hasta el final del mandado, el 10 del 12 (en referencia a diciembre)”.
“Una vez finalizado el mandato podemos comenzar a transformar esta realidad”, enfatizó.
Tampoco dejó pista concreta sobre quienes lo acompañarán en el Poder Ejecutivo, pero un párrafo dejó claro que mantendrá su alianza estratégica con el sector de Juntos por el Cambio que decidió apoyarlo en el balotaje. Fue cuando le agradeció especialmente al presidente Mauricio Macri y a la señora Patricia Bullrich que en una acto de grandeza pusieron el cuerpo para defender el cambio que la Argentina necesita”.
También avisó que nadie tendrá las puertas cerradas para cooperar con su gobierno. “Quiero decirle a todos los argentinos y a todos los dirigentes políticos que todos aquellos que quieran sumarse serán bienvenidos, no importa de donde vengan. Es más importante lo que nos une que lo que nos separa. Eso va a ser lo que vuelva a poner de pie a la patria”.
En definitiva, frente a quienes esperaban un discurso de tono más reflexivo, Milei repitió muchas de las cosas que venía diciendo durante la campaña, la mayoría de ella sus latiguillos preferidos. De hecho, se dio el gusto de cerrar su primer discurso con la frase que caracterizó siempre sus actos: “Viva la libertad, carajo”.
Luego salió a la calle para festejar junto a su militancia. Pero como si siguiera en campaña, volvió a repetir casi lo mismo.