Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) alertó que el productor integrado de pollos no está pasando por un buen momento. La principal causa es que entre instante en que recibe al animal recién nacido, hasta que cobra el precio por la entrega del pollo listo para su consumo llegan a pasar hasta 110 días. En ese lapso, en un país con alta inflación, el productor debe costear todos los insumos de su bolsillo, y muchas veces los precios superan a la ganancia.
Según CRA, el proceso para obtener un pollo listo es de 72 días: 21 días de incubación previo al nacimiento y de 46 a 50 días de cría para llegar a un peso promedio de 3 kilogramos. La etapa que mayores cuidados requiere es la crianza, que implica el 70% de todo el tiempo empleado en el proceso.
“Para dar una explicación de por qué no se invierte en la renovación y/o ampliación de las instalaciones de cría, se lo debe atribuir directamente a que el productor constantemente es descapitalizado con el pago que se le otorga por la crianza de los pollos”, indicaron desde la entidad y agregaron: “El cobro se realiza a los 60 días de entregada la crianza, por lo que desde el momento que se produce el mayor gasto (el mayor consumo de gas se produce al principio de la crianza), hasta el momento que se recupera los mismos mediante cobro de crianza, pasan entre 90 a 110 días, que debe financiar el integrado en su mayor parte”.
A continuación se indicó que para el período de junio 2020 a junio de 2021, el pollo vivo aumentó un 198%, mientras que el productor que trabaja en vinculación con las empresas avícolas tuvo un incremento de los pagos mucho menor. Por ejemplo, en Buenos Aires los productores registraron incrementos por un 47,96%, mientras que en Entre Ríos fue de un 35,71%.
Por otro lado, se afirmó que suele manifestarse que el componente que más encarece el valor final del pollo es el alimento balanceado, cuyos componentes más importantes son maíz (60%) y soja (20%), pero que en verdad solo representa un 27,73% del valor final.
“Se puede llegar a comprender por qué aunque haya líneas de créditos blandas ningún productor las toma, simplemente porque no las puede pagar. No existe ningún contrato formal entre partes que hagan al cumplimiento de obligaciones por ambas (empresa y productor integrado), lo cual hace a la inestabilidad de la relación. La empresa puede decidir no entregarle pollos al retirar la última crianza, mientras que el productor al tomar un crédito se obliga a su devolución, independientemente de que crie o no pollos”, afirmaron.
Además, “se debe comentar que la mayoría de los elementos empleados en la construcción de los galpones y su equipamiento interno, para cría de pollos parrilleros, tienen su valoración en dólares, inclusive la chapa y el hierro empleado en la construcción de las estructuras”.
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Por estas cuestiones desde CRA recordaron que se presentó un proyecto en 2019 en la Cámara de Diputados, cuyo objetivo es sancionar una ley de integración que establezca pautas de trabajo entre la empresa y el productor avícola integrado, que otorgue certezas y favorezca la solicitud de créditos a futuro. Si bien el mismo no avanzó, el comunicado es claramente una excusa para introducir al productor integrado de pollos nuevamente en agenda.