Hace seis años Rubén Dons y Alejo Carpineti crearon Dessagro Navarro, una empresa dedicada a la producción de alimento balanceado para bovinos, ubicada en el parque industrial de esa localidad bonaerense. Durante ese tiempo pudieron observar sucesivos baches productivos en los campos de sus clientes, a causa de la falta de estabilidad en las praderas de la zona y, por consiguiente, en la producción de alimento. Allí germinó la semilla de HidroFood, un proyecto de forraje verde hidropónico (FVH) que busca suplir esos momentos de baja disponibilidad de pasturas.
“La mayoría de nuestros clientes son productores de leche, y en la zona nuestra los campos son muy quebrados, cuesta tener una buena calidad de pradera durante todo el año. Y ni hablar un año como este, donde la seca no ha dejado ni una pradera en pie y las producciones se vinieron a pique. Teniendo esta forma de producir forraje, donde vos sabes que todos los días vas a producir, eso no pasaría”, dijo a Bichos de Campo Rubén Dons, encargado del área comercial del proyecto.
Los emprendedores realizaron sus primeras pruebas con trigo, y hoy han logrado adaptar el modelo a diferentes cultivos, según las necesidades de cada cliente. Actualmente producen maíz, cebada, sorgo y avena, entre otros.
Pero contrario a lo que podría pensarse, los navarrenses no cuentan con un espacio propio para producir los forrajes hidropónicos, sino que se encargan de equipar a los productores para que cada uno de ellos pueda tener su propio invernadero o módulo productivo.
“Si vos querés producir una determinada cantidad de forraje, te armamos un módulo de acuerdo a esas condiciones. El módulo que produce 200 kilos tiene 15 metros cuadrados. Con 30 metros cuadrados vas a producir 400 kilos. Son escalables. Nosotros ahí controlamos la luz, la humedad y la temperatura del ambiente”, explicó Dons.
El proceso es simple, puede ser manejado por una sola persona hasta los 500 kilos de forraje, y en tan sólo siete días se pueden obtener los primeros panes de pasto para alimentar al rodeo.
“Vos tenés una bandeja, haces una capa de alrededor de un centímetro de una semilla y eso se transforma en una alfombra de pasto. Al séptimo día sacas ese colchón y te queda un pan que lo das de comer directamente. Das de comer la raíz, la semilla -que todavía se ve perfectamente- y la hoja”, indicó Alejo Carpineti, ingeniero agrónomo y socio de Dons, a Bichos de Campo.
Para poder cosechar el forraje a diario, es necesario que el productor se encargue todos los días de remojar las semillas que implantará luego en las bandejas, para evitar que el proceso se detenga.
Ahora bien, ¿qué otros insumos requiere este sistema? Sorprendentemente, nada más que las semillas y el agua.
“El ciclo es muy corto, no usamos agroquímicos o fertilizantes. Lo bueno que tiene también es que consume el 5% del agua que se necesitaría para producir la misma cantidad de biomasa en el campo. Aquí hay reutilización y recirculación de agua. No hay residuos”, aseguró Carpineti.
¿Y este tipo de forraje puede reemplazar el resto de la dieta? Lo cierto es que no. Para el agrónomo el planteo de HidroFood no es un reemplazo del silo de maíz o de las pasturas naturales, sino que se trata de un complemento a la alimentación.
“Es un recurso más dentro del planteo. En planteos extensivos como los tambos o en encierres es un complemento”, indicó Carpineti.
Por el momento el proyecto se encuentra operando únicamente en Buenos Aires, pero los emprendedores esperan poder extenderlo a otras provincias y sumarle más herramientas de automatización, para aquellos módulos más grandes.