Durante su infancia, Carlos Pujol veía al Mercado de Liniers como la atracción principal de sus verano. En la época de receso escolar su padre lo llevaba allí junto a su hermano, y mientras los adultos trabajaban ellos correteaban por las pasarelas y montaban a caballo entre los corrales. Haber conocido y montado a Conintes, un caballo que por entonces salía en televisión, es quizás uno de los recuerdos que más atesora de estos 60 años de relación con el mercado.
Pero Pujol sabe de despedidas. Luego de darle el adiós a su padre y a su hermano, quienes fallecieron mientras trabajaban activamente en Liniers representando a la casa consignataria Gananor Pujol, la mudanza de Liniers hacia un nuevo emplazamiento en Cañuelas representa para él un paso más en el ciclo natural de la vida.
“La consignataria es pasión pura. Una vez que entraste en el negocio, lo que te lleva a crecer y seguir en el negocio es la pasión; no hay otra cosa. He vivido como ha crecido el mercado. La importancia que yo siempre le di es que es una síntesis de vida esto. Acá está el país: el peón y el más rico. Compartimos cosas que son muy difíciles de compartir en otro lado”, dijo el consignatario a Bichos de Campo.
Mirá la nota completa acá:
-En esos años usted ha presenciado muchos cambios en el mercado, tanto en su organización como en las categorías que se venden.
-Sí, se han producido varios cambios y la excelencia que se tiene hoy no es la misma que teníamos hace muchos años. Eso habla de la apuesta de los productos y de los consignatarios sobre cuál es el mejor precio y que es lo que prefiere el matarife, que es quien llega al consumidor. Fue un asesoramiento nuestro y una apuesta grande de los productores de mejorar muchísimo lo que es la hacienda.
-¿La mudanza le permitirá recuperar parte de esa excelencia que supo tener?
-La excelencia está hasta hoy, no hay que recuperarla. Cañuelas es un mercado moderno que nos va a permitir acelerar tiempos de trabajo y va a beneficiar mucho al bienestar de los animales. Hay nuevas mecánicas que van a favorecer a la excelencia de la carne más que a la raza, la raza es de los productores, nosotros lo que tenemos que cuidar es que a los consumidores les llegue bien la carne.
-¿En algún momento fue difícil estar acá?
-Nosotros nos fuimos acomodando a distintas situaciones políticas fundamentalmente, que fueron las que rigieron muchas intervenciones del Estado como tenemos hoy, no con el precio de la hacienda pero sí respecto a que privilegian el precio de la carne barata. Todas esas etapas las he vivido, incluso aquellas en que venían con rifles a buscar hacienda.
-¿Los trabajadores se van a adecuar a este cambio?
-Se tienen que adecuar. En el caso de mi empresa siempre la fui actualizando en cuanto al bienestar animal, al trato. En mi casilla se utiliza poco y nada el caballo y no se utiliza ni rebenque ni látigo. En la parte folclórica que era eso, en mi empresa hace años que lo venimos trabajando.
-¿Qué importancia tiene para usted un mercado concentrador como este?
-Es el que marca y rige el precio del gordo todo el país. Yo tengo la suerte de estar en dos mercados, en este y en el Rosgan de invernada, que rige el precio de esa hacienda en el país.
-¿Qué se va a llevar del mercado?
-El venir de chiquito a caballo. Y acá fallecieron mi papa y mi hermano. Me llevo eso también.