La oferta ganadera este año se redujo notablemente. Se estima que en diciembre la faena no superará el registro del noviembre y que por lo tanto al cierre del año se habrán contabilizado 12,8 millones de cabezas vendidas a los frigoríficos, lo que indica una caída de 9% con respecto al 2020, cuando los bovinos enviados a faena sumaron 14 millones de vacunos.
Según el analista Víctor Tonell, la caída tiene que ver con el alargamiento de los procesos productivos, básicamente con la inclusión de las recrías, que estiraron la permanencia de la hacienda en los campos un mínimo de 6 a 8 meses para ganar kilos en forma más económica y licuar así el alto costo de la compra de terneros y la suba de los valores de los granos.
Hoy un ternero de invernada de 180 kilos se vende en 320/330 pesos por kilo vivo, lo que significa una diferencial de 30/35% con relación a los mejores precios que hacen los lotes de feedlot en el Mercado de Liniers.
La invernada se mantuvo en 2021, de punta a punta, con precios firmes. La compra de terneros fue considerada por muchos no ya como una inversión productiva solamente sino también como refugio para el capital ante los continuos temores de devaluación y la incertidumbre que genera la política económica.
Por eso la recría, el eslabón que por años desapareció de la ganadería, volvió con más fuerza en los últimos dos años. Esa hacienda que todavía pasta en los campos aparecerá como oferta en 2021. Según explicó Tonelli, “se espera una recuperación de la oferta de entre 700 y 800 mil cabezas, lo que llevaría la faena a niveles altos en torno a los 13,6 millones de cabezas y eso permitirá que se recuperen la producción de carne vacuna en 200 mil toneladas”.
Es equivalente al consumo interno de todo un mes. O a un cuatrimestre de exportaciones.
El analista consideró que la oferta se mantendrá en niveles moderados en los primeros meses del año, donde existiría la posibilidad de que haya alguna tensión de precios, sobre todo llegando a marzo, con el regreso de la gente de los centros vacacionales.
Pero a partir de entonces, entre la llegada de la nueva zafra de terneros y la salida del engorde de las cabezas que ahora están en recría, se elevaría la oferta y se reducirían la posibilidad de saltos de precios, ya que habría carne suficiente para abastecer al mercado con al menos 50 kilos por habitante al año, contando además con un mayor flujo para exportaciones.