Cada tanto el abigeato y la inseguridad rural se vuelven noticia, pero para los productores del norte argentino se trata de situaciones cotidianas que los llevan a vivir diferentes estados de ánimos: sorpresa, dolor, desilusión, mucha bronca y al desencanto por la falta de respuesta de la política que “mira para otro lado”. Es lo que dijo el productor y dirigente Roberto Consolani, de la CHAFOR, la confederación adherida a CRA que reúne a los productores de Chaco y Formosa.
“Hay productores que están realmente cansados y que andan armados, y eso no debería ser así. Pero la impotencia y la falta de respuesta lleva a eso”, describe el dirigente, que habla sin tapujos de una especie de far west, donde la ley es la del que se impone.
Para encarrilar las cosas, el problema del abigeato en el norte del país, según Consolani, debe ser abordado desde cuatro costados: el policial, el bromatológico, el judicial, y el político y social.
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Respecto del flanco policial, Consolani dijo que en las provincias del norte falta personal y especialmente del capacitado para poder investigar este tipo de delitos en el ámbito rural.
“Cada provincia tiene una unidad especial de asuntos rurales, pero hay que darle más autonomía, que puedan controlar la entrada y salida de los pueblos y que el personal esté capacitado. Acá no sólo roban ganado, también maquinaria, bombeadores y todo tipo de herramientas. Todo eso requiere de un trabajo de investigación preciso, se necesita gente especializada en esto, con camionetas suficientes, logística y comunicación apropiadas, y para eso se requiere de recursos”, explicó.
Luego dijo que la otra forma de combatir el robo de ganado y la faena clandestinas se puede dar desde el área bromatológica. “Cuando los municipios permiten le ingreso de carne que no haya pasado por un matadero o frigorífico, se permite el ingreso de carne mal habida”, que además no brinda garantías de cumplir con los requisitos de salubridad necesarios para no afectar la salud de los consumidores, indicó Consolani.
En tercer término, el dirigente se refirió al problema judicial. “Todas las pruebas que recoge la policía terminan en un juzgado penal, que está con otros temas más importantes como violaciones o asesinatos. Aparte hay otro agravante: cuando no se toman las pruebas en el momento debido se pierden y no se recaudan los datos necesarios y por eso la mayoría de las causas decae en falta de mérito”, describió.
Consolani dijo que hace tiempo que pidieron en el Chaco la creación de fiscalías rurales especializadas en estos temas, para poder abordar las investigaciones en tiempo y forma y con los recursos y conocimientos necesarios. Pero no paso nada. De hecho, según productores consultados por Bichos de Campo la respuesta de las autoridades provinciales fue que finalmente no había presupuesto para crear dichas oficinas.
A estos ejes se suma un cuarto: la decisión política de combatir el delito y otra que excede a los gobiernos zonales, y que es poder revertir el contexto macroeconómico que lleva a la desigualdad social. Esa desigualdad es el mejor caldo de cultivo para este y cualquier otro tipo de delitos.
“Los políticos miran para un costado, porque esa es carne barata. La gente que tiene bolsillos flacos no puede comprar la carne con el costo que tiene en una carnicería habilitada. Entonces esta es la opción en desmedro del productor. La pobreza lleva a que muchos miren hacia un costado para poder asistir (a la gente) con proteína de calidad. Entones terminan gestionando la pobreza en lugar de resolver el problema social”, se lamentó el productor.